Cuando
comenté, por aquí y por allí, que me estaba leyendo “El lector” (1995) de
Bernhard Schlink, entre cafés y como el que no quiere la cosa, más de uno de
dijo: “¿No te lo habías leído aún?, pues tiene más de veinte años…”, y la verdad
sea dicha: No me lo había leído. De Schlink, me había leído, meses atrás, “Mujer
bajando una escalera” (Pincha
Aquí. Control+clic), que me había parecido en un principio la historia de
un pagafantas, pero que me entretuvo finalmente, y “El lector”, del que conocía
ligeros trazos de la película (no la he visto), era una asignatura pendiente…
“El
lector” me ha gustado más que la primera experiencia que tuve con la literatura
de Schlink (1944), juez alemán jubilado metido a exitoso escritor. Un adolescente
de quince años, Michael Berg, un día empieza a encontrarse mal, vomita y es
socorrido por una mujer (Hanna) que, más pronto que tarde, se convertirá en su
amante. El ritual es sencillo: Lectura en voz alta, y sexo posterior. Con el
tiempo Hanna desaparece de su vida, y Michael hace su vida, estudia Derecho, y
justo después de la Guerra, en un juicio contra mujeres de las SS, guardianas
de campos de concentración, acude al juicio en su calidad de estudiante… Y allí,
entre las acusadas, está Hanna.
Es
un librito, “El lector”, de apenas doscientas páginas. Fácil de leer,
entretenido y hasta ameno. “Un libro que solo podría haberlo escrito un hombre”,
me dijeron el otro día, una de las féminas que rondan en mi vida. Es posible
que sea así. Tiene mucho del propio Schlink y del mundo judicial que él conoce
bien. Los personajes son francamente cercanos, más interesante el personaje de
Hanna que el de Michael, y plantea alguna cuestión filosófica… Leído y
disfrutado. ¿Cómo, qué aún no te lo has leído?
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