Viendo
“Yo, Daniel Blake” (2016) de Ken Loach, he entendido porque muchos británicos
admiran, y acuden, a la Seguridad Social española, pero también que en todos sitios cuecen habas: Sistemas inútiles, políticos y funcionarios que no trabajan para el pueblo.
Daniel
Blake es un carpintero inglés de 59 años. Ha sufrido un infarto. Su médico le
ha prohibido trabajar, pero la “burrocracia” administrativa le pide que vuelva
a trabajar, lo ven apto para volver a la vida laboral. Hasta aquí, te das
cuenta de lo mal que esta el sistema, ya no en Gran Bretaña, sino igualmente en
España, y sospecho que en más países de alrededor.
En
la Oficina de Empleo, que me recuerda también mucho, igualmente, a las
españolas, conoce a Katie, una madre soltera con dos niños (Daisy y Dylan), que
sufre las vicisitudes del sistema, como Daniel. A Katie y a los niños les echaron
de su casa con goteras, hace un par de años, y desde entonces van dando
bandazos. Daniel pronto siente empatía
por ellos y comienza una relación de amistad entre personas que se encuentran
en una etapa de sus vidas, ciertamente peliaguda.
Ken
Loach se caracteriza, entre otras cosas, por hacer un cine social que no suele
dejar indiferente. “Yo, Daniel Blake” (2016) es una de esas películas que te
hacen ver, aquí o en Gran Bretaña, que el Sistema está mal, deshumanizado en
muchos casos, frío y robotizado hasta casos extremos. La burocracia se carga a
las personas, sus anhelos y esperanzas. Tiene un saco de premios
internacionales, y la verdad sea dicha, no me extraña. Para mí, una película de
Cine Social francamente recomendable.
P.D:
Tiene un par de escenas que me han recordado a la española “Techo y comida”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario