Basada en un
manga, creo que ocho tomos, de Masamichi Kawabe, del mismo nombre, nos llega
producida por Netflix: “Oni-Goroshi: Ciudad de los Demonios”, película
japonesa de 2025, de una hora y cuarenta minutos de intenso metraje, múltiples tramas
y subtramas, y una narrativa que está entre la versión japonesa de “El Cuervo”
y toda la saga de “John Wick”, que es ideal para pasar una tarde, y
prácticamente nada más.
Lo malo, normalmente, de intentar
resumir y convertir en un guion peliculero un manga de varios volúmenes, es que
ya sabes que el producto final, posiblemente sea inconsistente y haga aguas por
varios sitios. Ese es uno de los principales defectos que nos vamos a encontrar
en “Oni-Goroshi”, aunque su fuerte principal sea que vas a ver, y disfrutar, de
excelentes escenas de acción, bien coreografiadas, bien estudiadas, donde no
faltarán los hectolitros de sangre, algo en lo que los japoneses no suelen
escatimar, donde las cuchilladas y movimientos imposibles se conviertan en
marca de la casa. La película no tiene mucho sentido, y, de hecho, tiene varios
errores de continuidad, pero… ¿A quién le importa?
Si lo que quieres ver son escenas de
acción, mezclado con elementos sobrenaturales, peleas y sed de venganza…
“Oni-Goroshi” es tu película.
En la trama tenemos a un sicario, Shunei
Sakata, un tipo casi mítico, que inicia la película cargándose a todo un clan,
incluyendo al perro de la casa y prácticamente a todo lo que se mueva.
Feliz por el trabajo bien hecho, se va a
casa, y le dice a la mujer que se retira del trabajo de sicario, que mañana
mismo se apunta al Paro y hace un Curso de Formador de Formadores, otro de portugués,
y pasado mañana echa currículo en el Corte Inglés.
Al salir de la ducha, se encuentra que,
en el salón de casa, unos individuos con máscaras de demonios japoneses
retienen a su mujer y a su hija, una cría pequeña, a las que no dudan en mandar
al otro barrio de dos tiros certeros, y otro para él. Aunque el suyo le deja en
estado vegetativo durante doce años, y un peinado a lo Bon Jovi Años Ochenta a
lo japonés.
Tras esos doce años, su ciudad (Shinjo) ha
evolucionado, han instalado el monorraíl, han hecho hoteles, han inaugurado un
Carrefour, el equipo local ha subido a Segunda, y ha desaparecido una gran
parte de la población en extrañas circunstancias.
El día que deciden cortarle el pelo a
Sakata, los tipos que habían matado a su familia aparecen nuevamente. En primer
lugar, un antiguo matón que dejó manco, lo intenta matar, pero estando en
estado vegetativo, no se entera de nada. Y lo ingresan por las heridas
causadas.
Y ese mismo día, en segundo lugar, uno
de los enmascarados, que resultaba que era un policía, le inyecta en el gotero
un suero de algas, que no se nos explica qué ñordas era eso, que hace que Sakata
reviva, con unos poderes excepcionales. Te crees que le está intentando
envenenar, y lo que consigue es hacerlo super-poderoso. No tiene sentido
ninguno.
Con Sakata fuera del hospital, y todos
los recuerdos volviéndole a la cabeza como si reiniciaras un PC después de
haberlo tenido apagado durante las vacaciones de verano, la venganza se avecina…
Una vez infiltrado en el complejo de
reciclaje de los Malos, pues los Malos se dedican al reciclaje industrial, como
no puede ser de otra forma, un negocio maléfico y diabólico, además de a los
polvos de talco y a la trata de mujeres, Sakata se enfrenta a 153 enemigos
malvados, incluyendo todo tipo de esbirros con mascarilla (se trata de eliminar
a Sakata, no contagiarle la gripe), lerendos y jefes de nivel, como si de un
videojuego se tratara, en una de las mejores coreografías de acción que tiene
“Oni-Goroshi”, demostrando que nuestro protagonista está cerca de la
inmortalidad física, y mental.
Los Jefes, que usan máscaras
tradicionales de ogros y seres de la mitología japonesa, supongo que sintoísta,
van cayendo uno tras otro, consumando la venganza de nuestro Sakata, aunque a
veces, la narrativa se pierde un poco en subtramas raras, como que su hija, a
la que le habían metido un tiro certero, en realidad está viva y es una alumna
de Bachillerato, que práctica el tiro con arco tradicional japonés y le
gustaría visitar el Carnaval de Badajoz… Bueno, puede que esto último me lo
haya inventado, pero la nena vive y con uno de los Malotes como padre.
Su hija, que no lo reconoce, le mete un
flechazo en el pecho de la alegría que le da nada más verlo. Recuperado de
dicho flechazo de amor hija-padre, Sakata recupera fuerzas para el asalto
final, que no te va a defraudar… Donde los lerendos son de todo tipo y colores,
y la música acompaña muy bien a los enfrentamientos, hasta ir llegando al resto
de jefes finales y al Final Boss, que es el alcalde, elegido por los vecinos, porque
son los vecinos los que eligen al alcalde… El alcalde cree en demonios, y se
cree un demonio, es un político que se ha dado cuenta de su naturaleza
demoniaca. En esta última parte, conté 211 lerendos muertos en combate singular
y sin igual.
En resumidas cuentas: Película para pasar una tarde y desconectar el cerebelo. Buena acción, buenas coreografías de lucha y música, algunos errores de continuidad, y poco más. La iba a suspender, pero le daremos un 5 de nota. Algún día, me leeré esos ocho tomos, a ver qué tal están.
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