jueves, 6 de marzo de 2025

Oni-Goroshi: Ciudad de los Demonios (2025)

 

       Basada en un manga, creo que ocho tomos, de Masamichi Kawabe, del mismo nombre, nos llega producida por Netflix: “Oni-Goroshi: Ciudad de los Demonios”, película japonesa de 2025, de una hora y cuarenta minutos de intenso metraje, múltiples tramas y subtramas, y una narrativa que está entre la versión japonesa de “El Cuervo” y toda la saga de “John Wick”, que es ideal para pasar una tarde, y prácticamente nada más.

        Lo malo, normalmente, de intentar resumir y convertir en un guion peliculero un manga de varios volúmenes, es que ya sabes que el producto final, posiblemente sea inconsistente y haga aguas por varios sitios. Ese es uno de los principales defectos que nos vamos a encontrar en “Oni-Goroshi”, aunque su fuerte principal sea que vas a ver, y disfrutar, de excelentes escenas de acción, bien coreografiadas, bien estudiadas, donde no faltarán los hectolitros de sangre, algo en lo que los japoneses no suelen escatimar, donde las cuchilladas y movimientos imposibles se conviertan en marca de la casa. La película no tiene mucho sentido, y, de hecho, tiene varios errores de continuidad, pero… ¿A quién le importa?


        Si lo que quieres ver son escenas de acción, mezclado con elementos sobrenaturales, peleas y sed de venganza… “Oni-Goroshi” es tu película.

        En la trama tenemos a un sicario, Shunei Sakata, un tipo casi mítico, que inicia la película cargándose a todo un clan, incluyendo al perro de la casa y prácticamente a todo lo que se mueva.

        Feliz por el trabajo bien hecho, se va a casa, y le dice a la mujer que se retira del trabajo de sicario, que mañana mismo se apunta al Paro y hace un Curso de Formador de Formadores, otro de portugués, y pasado mañana echa currículo en el Corte Inglés.

        Al salir de la ducha, se encuentra que, en el salón de casa, unos individuos con máscaras de demonios japoneses retienen a su mujer y a su hija, una cría pequeña, a las que no dudan en mandar al otro barrio de dos tiros certeros, y otro para él. Aunque el suyo le deja en estado vegetativo durante doce años, y un peinado a lo Bon Jovi Años Ochenta a lo japonés.

 

        Tras esos doce años, su ciudad (Shinjo) ha evolucionado, han instalado el monorraíl, han hecho hoteles, han inaugurado un Carrefour, el equipo local ha subido a Segunda, y ha desaparecido una gran parte de la población en extrañas circunstancias.

        El día que deciden cortarle el pelo a Sakata, los tipos que habían matado a su familia aparecen nuevamente. En primer lugar, un antiguo matón que dejó manco, lo intenta matar, pero estando en estado vegetativo, no se entera de nada. Y lo ingresan por las heridas causadas.


        Y ese mismo día, en segundo lugar, uno de los enmascarados, que resultaba que era un policía, le inyecta en el gotero un suero de algas, que no se nos explica qué ñordas era eso, que hace que Sakata reviva, con unos poderes excepcionales. Te crees que le está intentando envenenar, y lo que consigue es hacerlo super-poderoso. No tiene sentido ninguno.

        Con Sakata fuera del hospital, y todos los recuerdos volviéndole a la cabeza como si reiniciaras un PC después de haberlo tenido apagado durante las vacaciones de verano, la venganza se avecina…


        Una vez infiltrado en el complejo de reciclaje de los Malos, pues los Malos se dedican al reciclaje industrial, como no puede ser de otra forma, un negocio maléfico y diabólico, además de a los polvos de talco y a la trata de mujeres, Sakata se enfrenta a 153 enemigos malvados, incluyendo todo tipo de esbirros con mascarilla (se trata de eliminar a Sakata, no contagiarle la gripe), lerendos y jefes de nivel, como si de un videojuego se tratara, en una de las mejores coreografías de acción que tiene “Oni-Goroshi”, demostrando que nuestro protagonista está cerca de la inmortalidad física, y mental.

        Los Jefes, que usan máscaras tradicionales de ogros y seres de la mitología japonesa, supongo que sintoísta, van cayendo uno tras otro, consumando la venganza de nuestro Sakata, aunque a veces, la narrativa se pierde un poco en subtramas raras, como que su hija, a la que le habían metido un tiro certero, en realidad está viva y es una alumna de Bachillerato, que práctica el tiro con arco tradicional japonés y le gustaría visitar el Carnaval de Badajoz… Bueno, puede que esto último me lo haya inventado, pero la nena vive y con uno de los Malotes como padre.


        Su hija, que no lo reconoce, le mete un flechazo en el pecho de la alegría que le da nada más verlo. Recuperado de dicho flechazo de amor hija-padre, Sakata recupera fuerzas para el asalto final, que no te va a defraudar… Donde los lerendos son de todo tipo y colores, y la música acompaña muy bien a los enfrentamientos, hasta ir llegando al resto de jefes finales y al Final Boss, que es el alcalde, elegido por los vecinos, porque son los vecinos los que eligen al alcalde… El alcalde cree en demonios, y se cree un demonio, es un político que se ha dado cuenta de su naturaleza demoniaca. En esta última parte, conté 211 lerendos muertos en combate singular y sin igual.

        En resumidas cuentas: Película para pasar una tarde y desconectar el cerebelo. Buena acción, buenas coreografías de lucha y música, algunos errores de continuidad, y poco más. La iba a suspender, pero le daremos un 5 de nota. Algún día, me leeré esos ocho tomos, a ver qué tal están.

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