(Las Nereidas)
Exponía
en un pequeño garito, “La Odisea”, siete cuadritos deconstructivistas
fauvistas. Micho y yo estábamos encantados. A la presentación apenas habían
venido una docena de curiosos, pero la velada transcurrió tranquila. Jazz,
cafés y chupitos, conversaciones sobre arte, historia, tendencias, anécdotas de
películas… Y Micho, pronto, como centro de atención.
(Micho I de Gato)
(Nereo. Altar de Pérgamo)
Al
cabo de dos semanas, Micho y yo paseábamos por la avenida. La noche caía rápidamente
y las luces de neón publicitaban cosméticos y restaurantes chinos. Un chico
joven, vestido con un chándal y rematado con una gorra, y acompañado de un
numeroso sequito de chicas nos saludó al pasar: “Señor De Gross, Micho I de
Gato…”, ¿Nos conocemos?, le pregunté sorprendido. “Oh, sí, claro que sí, soy
Nereo, pero ahora no puedo pararme, las Nereidas tienen prisa, llegamos tarde
al cine…”, dijo el chico jovial, y con un leve gesto, tocándose la gorra,
continuó su camino por la avenida mientras las chicas reían y bromeaban… “…Ya
les visitaré”, le oímos gritar desde la lejanía.
(Nereo. Carmona, Sevilla)
Tanto
Micho, como yo, no le dimos mucha importancia al hecho, pues aquel joven no
podía ser el venerable Nereo, de barba y bastón, que habíamos conocido… Hasta
que, transcurrido un mes, un domingo de resaca, tocaron en la puerta del
Patio-Lavadero. Era un joven apuesto, acompañado del brazo de la joven y no
menos apuesta Galatea. Se identificó como Nereo, y Galatea rio ante nuestras
caras de incredulidad. “Al Señor De Gross se le da bien pintar…”, comentó
Galatea, “…Pero a mi padre se le da bien cambiar de aspecto”, y Micho advirtió
que no habría café para todos si venían el resto de las Nereidas. Observación gatuna
que reímos todos de buena gana.
(Polifemo y Galatea)
1 comentario:
Ese garito debería precintarlo Sanidad.
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