Al principio de los años ochenta (concretamente en 1983), el dibujante y
guionista de origen español, Tiburcio de la Llave, conocido como “Tito”
publicaba una serie de seis cómics, bajo el nombre de “Soledad”, en el que
rememoraba su infancia, su niñez en un pueblo manchego, a través de ciertos
tópicos que con el tiempo se convirtieron en muy reales.
En “Soledad” se vivía el post-franquismo, la llegada de la democracia,
la monarquía de Juan Carlos I, y se veía venir el despoblamiento, la misma soledad
de algunos de sus habitantes, la perdida de oficios tradicionales y los amores
y rencillas entre algunos de sus habitantes…
“El Forastero” (Cascaborra, 2022) es el tercer tomo (no llega a
cincuenta páginas, si no cuentas los extras), tras la publicación de “La
última alegría” y “El
Objetivo”, y sigue con la misma
dinámica que los dos anteriores, además con ciertos guiños para los lectores de
los primeros tomos, aunque te puedes leer este de manera independiente y
entender la historia, que funciona como un episodio más dentro de este
micro-universo llamado “Soledad”.
En la narrativa tenemos a Miguel, un joven madrileño, con problemas de
salud (que no se especifican mucho), que es mandado a Soledad por su madre
(oriunda del lugar), para que se recupere en casa de su tío, que es el zapatero
del pueblo, un tipo silencioso y taciturno, que desconfía de su sobrino en un
primer momento (y con cierta razón, pues se mete en algún lío), pero que
posteriormente comienza a apreciar…
El cómic es costumbrista a más no poder, pero describe una España, la de
los pueblos, muy cercana y presente en nuestros días de despoblamiento, pueblos
abandonados y/o envejecidos, como si de una serie de fotografías se tratase. A
mí, los tres volúmenes me han encantado, y los recomiendo con ahínco.
Cascaborra ha acertado de pleno con su edición, que suele tener, como en este,
una serie de extras finales basados en bocetos y dibujos del álbum que son una
maravilla.
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