Cómics sobre la Guerra Civil
española hay muchos. Yo mismo tengo una docena de ellos. Sobre la Guerra Civil
española, visto desde los ojos de un niño, concretamente de una niña, yo creo
que menos.
Me viene a la cabeza una
trilogía, donde el protagonista es un niño, “Los
fantasmas de Ermo” (Kraken, 2013) de Bruno Loth, que también
tiene como escenario Cataluña, como es el caso de “Sola” (Norma, 2018) de Denis
Lapière y Ricard Efa, pero en el caso de este cómic, su protagonista es más
joven (seis años), más inocente, y tal vez, más real que en el caso del cómic
de Loth.
Y sin entrar en
comparaciones (el cómic de Loth también es muy bueno, no me malinterpretéis),
en “Sola” nos encontramos con un hecho real, los recuerdos de Lola, que cuando
se publicó el cómic (hace tres años), la señora aún vivía y tenía 85 años
(ahora, lo desconozco).
Con sus ojos de niña, Lola
narra cómo su familia se rompe con la guerra, y ella tiene que ir a vivir a un
pequeño pueblito catalán con sus abuelos, mientras su padre marcha al frente, y
su madre cuida de su hermana pequeña, recién nacida.
Lo bucólico del paisaje, y de su sencilla vida, se interrumpe en el verano de 1938 por los bombardeos Nacionales, y posteriormente la llegada de tropas, que hace que la familia se desplace, y la niña viva una auténtica odisea, viajando sola en busca de su familia.
Con un dibujo sencillo, y una narrativa muy visual, “Sola” es un cómic más desgarrador de lo que pueda aparentar en una primera lectura. Ya no es la Guerra en sí, es la desoladora soledad de una familia rota, la huida hacia adelante, y la incertidumbre a un futuro incierto, y todo, a través de Lola.
No es un cómic más sobre la Guerra Civil. Es la Guerra, a través de Lola, de unos recuerdos de casi noventa años. Memoria para leer.
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