“Los fantasmas de Ermo”
(Ediciones Kraken, 2013) del dibujante y guionista Bruno Loth (1960), es una trilogía
compuesta por los títulos “El fuego” (Tomo 1), “La columna” (Tomo 2) y “La
última esperanza” (Tomo 3), que versa sobre la vida de un joven huérfano, Ermo,
que se une a un circo ambulante, que se dirige a Barcelona, poco antes de la
Guerra Civil.
Ermo, en realidad, no
está completamente solo: Le acompañan dos fantasmas. Los de sus padres. Su
padre se aparece como un explorador, tipo “Doctor Livingstone”, y su madre como
una folklórica. Dichos fantasmas ayudan al pequeño Ermo a superar dificultades,
con sus intervenciones, pero en ningún momento sabemos cuales fueron las causas
de su muerte.
En Barcelona, Ermo se
une a los simpatizantes anarquistas de la CNT. Y es testigo, de primera mano,
de la desunión entre comunistas y anarquistas, y sus continuas disputas. Lucha
contra soldados nacionales, huye de varios líos… Sufre la muerte de varios
amigos, y se mueve tanto por Barcelona, como por líneas del frente. Conoce a personajes
históricos, o al menos, está cerca de ellos, como Durruti, Companys, Federica
Montseny o Lucía Sánchez Saornil…
El cómic comienza en su
primer tomo con cierto interés, pero en los siguientes tomos, en el segundo y
el tercero, la narrativa da vueltas y vueltas sin llegar a nada concreto, y el
interés del lector comienza a decrecer mucho. Y, de hecho, el final del tercer
tomo me ha defraudado mucho, ya que parece que la improvisación del guion ha
llegado a un callejón sin salida y Bruno Loth no sabe por donde seguir. Ermo se
encuentra, prácticamente solo, tras el entierro de Durruti, y sus padres
fantasmas, se han convertido en demonios, al olvidar él, sus caras, en un
posible síntoma de madurez, crecimiento personal o perdida de imaginación y de
inocencia, por parte de Ermo, que va de desgracia en desgracia prácticamente… Interesante,
y merece la pena nombrarlo, que en las páginas finales de los tomos 2 y 3 viene
cierta información histórica sobre los personajes reales que aparecen en la
Historia. Entretenido, pero algo mediocre, me temo.
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