“La mejor defensa es un ataque”
(Netflix, 2019) es una película rara. No digo que se mala, digo que es rara,
tanto por la trama como por el desarrollo de la misma en la que Jesse Eisenberg,
que podría bien ser el nuevo Woody Allen si tuviera un poco más de chispa,
interpreta a un tipo muy peculiar llamado Casey.
Y es que Casey, que tiene un
trabajo mezquino de contable desde hace diez años, es atacado una noche y
recibe una brutal paliza por parte de unos moteros encapuchados.
La agresión le convence parta
apuntarse a Clases de Artes Marciales, primero diurnas, y posteriormente nocturnas,
descubriendo un mundo violento, sin empatía y donde se defiende la ley del más
fuerte y una sobrevaloración de la masculinidad en su vertiente más paleolítica
(he llegado a pensar que la cinta trataba también sobre la homosexualidad
tóxica, relacionada con el sadomasoquismo, cosas mías…)
Pronto descubrirá que los
clientes y compañeros de su gimnasio, son los mismos que le agredieron aquella
noche (con grabaciones incluidas), lo que me ha recordado algo, ligeramente, al
rollo “Cobra Kai”, y que él ya está metido hasta el cuello en toda esa movida nocturna
a pesar de no ser un simple cinturón amarillo…
En definitiva: Como decía al
principio es una “rara avis”, con una atmósfera extraña, de silencios y
surrealismo pincelado con cierto humor negro en la superficie. Bizarra como
ella sola, creo que habrá gente que se quede con el culo torcio cuando
la vean…
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