Osamu
Tezuka (Adolf,
Oda
a Kirihito), considerado el “Dios del Manga” prácticamente desde que tenía
veinte años, publicó “Gran Dolls” (Planeta Cómic, 2021) en 1968, en plena
Guerra Fría, mientras había guerra en Vietnam, revueltas en China y los
estadounidenses aún ocupaban la isla de Okinawa (un gran pesar para los
japoneses).
En
un mundo convulso, donde las invasiones alienígenas ocupaban películas
televisivas, y en la gran pantalla, es normal que naciera este manga. En el mismo, tenemos a Tetsuo Utsuki, un
estudiante de secundaria que guarda un increíble parecido con “Astro Boy”
(quizás la creación más conocida durante muchos años de Tezuka). Un día, se
encuentra por la calle el cuerpo inerte de una niña. Al dar aviso a la policía,
dicho cuerpo ha sido sustituido por un simple muñeco. Su padre, paralelamente,
había encontrado un muñeco parecido en su viaje a China, donde fue como
periodista, y de donde es deportado de muy malas maneras.
Pronto,
Tetsuo descubre que estos muñecos guardan un misterio terrible, sobrecogedor,
que puede poner el peligro la existencia misma de la humanidad, y deberá
iniciar una batalla para salvar a Japón, y de paso al planeta, de una posible
invasión alienígena…
Con personajes a veces caricaturescos, grotescos, que son propios de Osamu Tezuka, y con guiños al lector (en ocasiones rompe la cuarta pared, cincuenta años antes de que lo hiciera “Deadpool”), “Grand Dolls” puede presentarse como un manga un tanto ingenuo a un lector de 2021, pero no deja de ser un clasicazo dentro del mundo manga, donde las connotaciones históricas, que rodean a la sociedad de la época, están muy presentes. Es un cómic interesante, dividido en cuatro capítulos y un epílogo, que se lee rápidamente, a pesar de sus 236 páginas, y una buena oportunidad para leer algo de Osamu Tezuka, que siempre es, en mi opinión, un placer.
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