Resumir en apenas quince
o veinte líneas, que es lo que acostumbro por estos lares, una obra como “Adolf”
(Edición integral en cofre, Planeta, 2013) de Osamu Tezuka, es, cuando menos,
arriesgado, y casi inútil.
Arriesgado e inútil
porque el manga, de casi mil cuatrocientas páginas (en dos volúmenes), es una verdadera obra
maestra dentro de la Historia del Cómic, y es muy difícil escribir, o haceros
llegar por este medio, todo lo que supone “Adolf”, con sus tramas, sus
historias principales y su docena de personajes, que entran y salen de la
narrativa con pasmosa facilidad, dejando al lector alelado, en muchas
ocasiones, por lo titánico de la historia que narra.
Aún así, me veo en la
obligación de daros algunas pinceladas. En “Adolf” nos vamos a encontrar con la
historia de tres hombres, quizás cuatro. Tres de ellos se llaman Adolf, y sus
vidas están conectadas por el destino. Uno es Adolf Hitler, cuya biografía ya
conocemos bien. Y los otros dos, son dos jóvenes alemanes residentes en Japón.
Adolf Kauffman es el
joven hijo de un diplomático alemán, Wolfgang, nazi convencido, que vive en
Japón, casado con una japonesa, que, enamorada de él, llega a renunciar a su
pasado, a su nacionalidad, por amor.
El otro Adolf, Kamil de
apellido, es un joven alemán, judío, que vive en Japón junto a sus padres, que
regentan una pastelería. Se siente japonés.
El cuarto hombre, pieza
clave de la historia, y que protagoniza gran parte del primer volumen, es Sohei
Toge, un atleta metido a periodista, que, estando cubriendo las Olimpiadas de
Berlín, descubre que los nazis han asesinado a su hermano (comunista), por
proteger unos importantes documentos que pondrían fin a Adolf Hitler, y
posiblemente, al Partido Nazi.
Con estos ingredientes,
se cuece “Adolf”, una trepidante historia que transcurre entre la Alemania Nazi
de los años treinta y cuarenta, y el Japón Imperial, donde los amores y odios
que despiertan sus protagonistas están a flor de piel. Es la historia, como os
digo, de cuatro hombres, unidos cada uno de ellos, por una misión en la vida. La
narrativa comienza en las Olimpiadas de Berlín, y el punto final se pone en Israel,
a comienzos de los ochenta. Cincuenta años en la vida de unos hombres, que,
pudieron haber cambiado la Historia del S.XX.
La edición integral está
presentada a la occidental, cambiando el orden de la publicación original, que
comenzaría por atrás, lo cual ha hecho que los nazis aparezcan saludando con el
brazo izquierdo. En el epílogo final, hay un interesante texto sobre el papel
de España (minoritario) en esta historia, a través del embajador español en
Japón y el intento de Franco de declarar la guerra al país del Sol Naciente,
tras la ejecución de ciudadanos españoles en Filipinas.
“Adolf” es una de esas
obras que no podéis dejar atrás. Buscaros tres o cuatro tardes, pero, de
verdad, no dejéis de oportunidad de disfrutar de lo mejor de Osamu Tezuka.
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