Modigliani (1884-1920) es uno
de esos increíbles artistas, que, por su peculiar arte, o por lo trágico de su
vida, nos gusta recordar y volver a él. Estos días, me he comprado un pequeño álbum
biográfico, un cómic, que he devorado con avidez: “Modigliani. Príncipe de la
bohemia” (Norma, 2016) de Fabrice Le Henanff (guion) y Laurent Seksik (dibujo).
El dibujo de Seksik no es de
mi completo agrado, porque me parece muy frío, muy estático, pero no por ello
el cómic deja de ser bueno e interesante. Modigliani, “Dedo”, nos va enseñando
sus miserias, con el alcohol, el fracaso de sus cuadros que no venden nada (la
exposición en la galería Berthe Weill fue un sonoro castañazo en todos los sentidos,
fue retirada por indecorosa). Su relación no siempre amistosa con otros
pintores, como Picasso, y su interés por alistarse en la Primera Guerra
Mundial, donde ve caer a muchos amigos y compañeros en el frente.
Sus desnudos de ojos
almendrados, de pequeñas bocas, narices torcidas, no son comprendidos ni
admirados. El éxito no llega, por mucho que su marchante, el polaco Zborowski
se lo prometa. Él está cansado, enfermo de tuberculosis y su única ilusión es
que Jeanne Hébuterne, su pareja, espera un bebé. Viaja al sur, a Niza, a
recuperarse de su precaria salud, se entrevista con Renoir, y la guerra, y la
vida, llegan a su fin. Tanto para Jeanne, como para él.
Un artista maldito. El dibujo,
como os comento, no me ha llegado a gustar mucho, pero no por ello he dejado de
disfrutar de este cómic, y si os gusta Modigliani, es una buena oportunidad
para conocerlo un poco mejor.
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