De Romain Hugault (dibujante y
guionista) no tenía nada. Había visto algunos cómics en Amazon, pero la verdad
es que no me decidía a comprar alguno, y eso que la temática que toca (aviación
en la Segunda Guerra Mundial, por lo que veo) me encanta. Con el primero que me
he atrevido ha sido “El último vuelo” (Norma, 2018), que va por su tercera
edición en castellano, y la verdad es que no me extraña.
No tiene quizás un dibujo para
tirar cohetes, no es demasiado dinámico (pero si muy preciosista, muy cuidadoso
en los detalles), pero sus historias no están nada mal, y francamente, yo las
he disfrutado muchísimo. De hecho, me he leído este cómic en ¿Veinte minutos?,
quizás menos, y lo he vuelto a hojear durante un buen rato, fijándome en esos
detalles que os comentaba.
El cómic narra cuatro
historias cortas, de cuatro pilotos de la Segunda Guerra Mundial, que, en un
giro argumental, están unidas en su narrativa final de manera sorprendente.
Tenemos, por un lado, las
reflexiones de un piloto japonés, que va a sacrificarse, lanzándose de lleno
contra un portaaviones norteamericano que está en el Pacífico. Un piloto
norteamericano cumpliendo una misión sobre los cielos de la Francia ocupada. El
mejor piloto alemán de la Segunda Guerra Mundial, luchando contra fuerzas muy
superiores, y un piloto novato soviético, a bordo de su nuevo Yak en una misión
de reconocimiento en el frente oriental…
Las cuatro historias están muy
bien urdidas. Hay un epílogo final, que relaciona dos de las historias (aunque
las otras también están hiladas), un par de páginas de pin-ups, y una página
dossier con las características de los cuatro aviones protagonistas del cómic.
Como os digo, yo me lo he bebido en un rato, y me ha dejado un buen gusto.
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