Volvía de comprar el pan y la
prensa económica de Micho I de Gato cuando vi una enorme algarabía en la
avenida. Bajo un enorme rotulo que rezaba “Ferretería Hefestos”, se abría un
nuevo negocio en el barrio, y la gente, curiosa, se apiñaba en sus escaparates
en el día inaugural.
Intrigado ante tanta expectación, no pude
resistirme a la tentación de acercarme. El negocio ofrecía todo tipo de
artículos de ferretería: Tornillería, cuerdas, cadenas, bombillas, maquinaria
de todo tipo… Y no solo eso, sino que también productos artesanales que los
propios ferreteros fabricaban en una forja en la trastienda: Anclajes,
armaduras decorativas, cinturones y hebillas…Hasta castañuelas…
…Por
lo que pude oír, mientras visitaba maravillado el local, el negocio es
familiar. Lo rige una pareja un tanto peculiar. Él, un tal Hefestos, es un tipo
bastante feo, con pinta de lisiado y con una cojera muy visible. Ella,
Afrodita, una bella joven que quita el hipo a cualquier mortal y que el día de
la inauguración mostraba un generoso escote y un sublime cinturón, obra al
parecer, de la forja de su marido.
La
gente en el barrio estaba encantada, y deseaban a la pareja el mejor de los
éxitos. Algo que es difícil, porque la competencia en precio, no en calidad, de
los chinos, la van a notar enseguida.
Los
empleados, gente joven, iban y venían por los pasillos, serviciales, atendiendo
cualquier duda de la clientela. Cedalión, Alcón, Eurimedón… Rezaban sus camisas
relucientes, y yo aproveché mi estancia para hacer una copia de llave y comprar
un pegamento. En la puerta también compré un cupón de la ONCE (Organización Nacional
de Cíclopes Españoles) a un cíclope, y vi como un tal Ares, un camorrista del
barrio se enzarzaba a hostias con unos chicos en la esquina cercana bajo la
atenta mirada de Afrodita que salió a la puerta a ver cuál era la causa de
tanto alboroto…
…Cuando
llegué a casa, Micho I de Gato debatía con mi divina Atenea, la del peplo
jónico y glaucos ojos, nacida de un dolor de tarra de su padre, la
participación de Portugal en la Primera Guerra Mundial mientras tomaban un café
con leche. “¿Hefestos?”, inquirió mi deidad con una ceja alzada. “Si yo te
contara…”, bufó la Partenos justo en el mismo momento en que su búho se cagaba
sobre mi taza recién servida…
2 comentarios:
Ya son ganas de meterse a autonomo. Un tipo raro el tal Hefestos...
...Y que lo digas. Tiene un par de negocios chinos enfrente, a ver cuanto dura... ;-)
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