… Es cierto, con Micho I de Gato no suelo
alternar tanto como lo hacía con mi querido Michel IV de Gato, que desde hace
algunos años ya está discutiendo en los Campos Eliseos sobre Revoluciones
Sociales con algún pobre Olímpico, pero cada vez que salimos una de esas noches
oscuras y frías, de garitos filosóficos y bombilla de veinticinco watios, nos
encontramos a estos dos metidos en algún lío…
…El pasado sábado
fuimos a un local en la
Avenida , refugio de solitarios y amargados, llamado “Leuctra”.
Micho I de Gato conversaba con un tipo que teníamos junto a la nosotros sobre la Agricultura de
Subsistencia en Kenya y yo saboreaba mi tercera hada verde mientras Bessie
Smith me hablaba de mundos rotos con su blues casi olvidado. Entonces, sobre la
dos y media de la mañana, entraron aquellos dos, y supe que la noche se iba a
torcer. Una era rubio, flaco y fibroso, de ojos azules, y el otro un poco más
alto, regordete y con barba. A pesar de su parecido, no eran Terence Hill (mítica Mano Derecha del Diablo) y Bud Spencer,
sino Epaminondas y su marcial colega Pelópidas. A los dos le di clase en su
pueblo natal, Nueva Tebas del Guadiana, hace muchos años y los conozco bien, y
por los rollos de los pueblos de la Vetusta Extremadura ,
de esos de quítame de allí aquellas lindes, se suelen llevar a matar con los habitantes
de la Rivera
de Esparta, otro pueblo de colonos cercano a Badayork…
No
sé como comenzó todo, pero el caso es que cuando me servía mi cuarta enmienda,
el tipo con el que hablaba Micho, fue a aterrizar encima de mi mesa hecho un
ovillo. El propio Micho, ágilmente, saltó a mi lado evitando una botella
voladora y bufando al tiempo. Aquellos dos liantes no compartían la opinión
generalizada que había en la sala, de mayoría espartana y espartista, sobre la Agricultura de Rozas y
su relación con la Ganadería
de Subsistencia de ciertos países africanos, y aquellos fue el detonante de una
verdadera batalla campal a la que asistimos Micho y yo agazapados debajo de la
mesa, en la que volaron vasos, botellas, guantazos y patadas y que fue conocida
como la Batalla
de Leuctra, con varios heridos, contusionados y un artículo de 150 palabras en
la esquina de la página 17 del periodicucho local.
Tras
media hora de una coreografía de hostias bien repartidas, Epaminondas y Pelópidas
salieron por la puerta mientras decían algo de ir a otro local llamado “Mantinea”,
que al parecer está muy bien, y que Micho y yo memorizamos para no ir por allí
ni aunque nos lo pidiese la mismísima Atenea, con su peplo jónico…
4 comentarios:
Joé qué suerte!!!... ver en directo cómo trabaja en batalla el puño de hierro!!. El próximo finde me cojo un teng de hunos y me paso por... ehhh... el Mantinea??. Y si nos vemos...te invito a la quinta transaccional y la sexta derogatoria de ese brebaje!!
jajaja, que dos son estos Atila!!
Estas tertulias eternas en cualquier garito me traen un sabor a monta poleo...
jajaja, Ruth, es verdad!!
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