Con un metraje de dos horas y cuarenta minutos, y con mucha tela que cortar de por medio, he tardado dos días, dos tardes, en ver la película irlandesa “Kinds of Kindness”, que en España no hemos traducido, y hemos mantenido en su título original, y ya es raro, porque solemos ser dados a las traducciones, y esta hubiera tenido un título tan sencillo como “Tipos de Bondad”.
“Kinds of Kindness” nos presenta durante todo su recorrido tres relatos, tres historias, tres películas en una, a cual más surrealista, ida de pinza u onírica, según te pille el día, protagonizadas las tres por un cuarteto de lujo, que han debido tomarse este metraje, supongo, como un ensayo teatral, y como una especie de superación en plan “Yo puedo hacer esta ñorda, claro que puedo, carajo”.
Nuestros héroes son: El primo perdido de Matt Damon, Jesse Plemons. Emma Stone, Willem Dafoe, Margaret Qualley, y entre los secundarios reseñables: Hong Chau y Mamoudou Athie.
“Kinds of Kindness” es lo que llamamos “Cine de Autor”, y como suele suceder con este tipo de cine, y con el Independiente ocurre algo parecido, es que o lo enganchas tempranamente y te lleva en volandas o te pones a buscarle un sentido y no lo encuentras, y si la ves en pantalla grande, te sientes tan estafado, que cuando sales, te llevas un toallero o la tapa de un WC del Cine, para compensar las perdidas económicas, o el dolor de cabeza…
Como os decía, la película está conformada por tres relatos. Las tres tienen en común a R.M.F, un tipo gordete, calvete, que no dice ni pio en toda la película, pero que es el hilo conductor de las tres narrativas., junto a un piano que es aporreado a ratos por las patas de una zarigüeya, y a ratos por alguien que ha equivocado las infusiones de estramonio con las de manzanilla.
La primera historia, que es la que más me ha gustado de las tres, y lo de gustado ponerlo entre comillas, se titula “La Muerte de RMF”: en esta historia, un bigotudo Plemons estrella su coche contra el pobre RMF para hacerle la pelota a su jefe, Willem Dafoe, con el que mantiene relaciones chenchuales esporádicas, mientras Dafoe le da medicamentos a la mujer de Plemons para que no tenga hijos. Plemons es obligado por Dafoe a tener accidentes porque su obsesión es cargarse a alguien, y eso los pone a todos chenchualmente muy nerviosos, y excitados, como en la película del 96, “Crash”, pero como Plemons falla en sus intentos, le viene de todo encima hasta que lo logra… Surrealismo puro, ida de pinza brutal, diálogos escritos por un mono puesto de anfetas hasta el culo.
En la segunda historia, “RMF está volando”, Plemons es un policía al que mentalmente le supera una cabra en bicicleta. Su mujer, que había desaparecido en un naufragio, vuelve muy cambiada y él sospecha que no es ella, por su manera de hablar, comportarse y porque está más salida que el pico de una mesa.
Para comer, ella se corta un dedo y se lo da de comer. Y fallece cuando le pide que le cocine su hígado, algo a lo que ella accede, y se hace un harakiri antológico para sacarse el órgano, pero la crack no había medido que si te sacas tu propio hígado sin anestesia, es posible que te quedes en el sitio, algo que le ocurre mientras que Plemons recibe a su verdadera mujer que ha llegado a la puerta sin dar mayores explicaciones. Aquí el director, nos mete algo de escenas chenchuales, que junto al gore y la violencia, conforman un relato que te deja con el culo torcido y diciendo: ¿Qué carajo acabó de ver? Mención especial para un gato negro, que es lo único auténtico e interesante que vas a ver.
Aquí corté, me fui a comprar orfidal a granel, y dejé la tercera historia para el día siguiente, titulada: “RMF come un sandwich”.
En esta historia, Plemons tiene menos protagonismo, y va como disfrazado de alguien que no terminó la EGB ni a tiros. Emma Stone y Plemons buscan a una persona que sea capaz de resucitar a los muertos. Pertenecen a una secta dirigida por Willem Dafoe que se trinca todo lo que se mueve, vive a tutti plein y castiga al personal paseándose con un bañador naranja que debería ser delito federal. De manera muy parecida a la primera historia, el personaje de Stone pierde el favor del Amado Líder, y ve necesario encontrar a esa persona que busca la secta desesperadamente, encontrándola en una clínica veterinaria, siendo testigo de como resucita a RMF que estaba muerto.
Entonces, la droga, la secuestra y cuando la lleva camino de la Secta, tiene un accidente y la veterinaria rompe la luna del coche muriendo en el acto. Reconozco que aquí me desternillé de risa, junto a una escena donde la veterinaria, Margaret Qualley, se tira a una piscina vacía para demostrar sus diabólicos poderes de resurrección.
En los créditos finales, vemos a RMF manchándose la camisa con Ketchup mientras se come un perrito, no un sándwich.
En
definitiva: Película para los muy cafeteros, entre los que no me
encuentro actualmente. Hace 35 años hubiera flipado con esta
película, pero hoy por hoy la veo tremendamente absurda, larga y un
tanto bodrio. Técnicamente abusa del picado bajo, pareciendo que
está rodada por un cámara de rodillas o directamente sentado en el
suelo. Tiene un par de puntos, que, de absurdos, me han hecho soltar
una carcajada. De nota le doy un 4, y la dejo a vuestra entera
elección, puedo entender que esta película pueda gustar a cierto
publico, pero conmigo no ha funcionado… La dejo por aquí.
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