“Aftersun” es una película británica de 2022, de las llamadas indie, o de cine independiente, que hace cuarenta años me hubiera despertado otros sentimientos más reflexivos de los que ha logrado en esta ocasión, siendo yo ya un viejo y gruñón boomer, de pelo canoso y muchos tiros dados.
Con un metraje de una hora y treinta y cinco minutos, en “Aftersun” seguimos a Sophie, una chica de once años, que pasa unas vacaciones en Turquía junto a su padre, en pleno auge de “La Macarena”, y con una cámara de vídeo en la mano donde va grabando los momentos que comparte con su padre…
La llegada al Hotel, la piscina, las relaciones con otros británicos como ellos, el billar o las recreativas junto a la crema solar, imprescindible, más si eres de la Pérfida Albión, la afición del padre por la meditación y el Tai-Chi y las excursiones esporádicas… Se dan cita en los días que comparten padre e hija, sin aparentemente mayores sobresaltos, que nadar en el mar junto a los pulpos, o el primer beso que le da un chico a Sophie, todo grabado en una cámara de vídeo casera que teníamos gran parte del personal hace treinta años, y en las que se ven muchas veces imágenes desenfocadas o grabadas de aquella manera.
En realidad, durante la película no sucede nada. Absolutamente nada que la vida normal y corriente del padre y la hija, sus conversaciones familiares, que es lo que han hecho o van a hacer, y solo rutina es lo que pasa delante de nuestros ojos.
Entonces… ¿Qué interés puede tener una película que te muestre durante poco más de una hora y media este día a día y esta relación? Pues si te acercas a ella, debe ser desde lo visual, lo poético y las ganas de conectar con los sentimientos que se expresan en ella: La paternidad, la luz del verano, la relaciones tan especiales que pueden llegar a sentir las hijas con los padres, la búsqueda de empatía en lo que ellos viven, y… Algo un poco más oscuro que solo nos es revelador, y de manera bastante sutil al final de la película… La memoria que nos quedan de los que ya no están entre nosotros, y la huella que nos dejaron, porque solo al final te das cuenta, cuando ya ves a una Sophie adulta en un salón viendo la cámara, aquella cámara que usaba veinte años antes junto a su padre, que él ya no está y que partió después de aquellas vacaciones junto a su hija en Turquía…
Huid como de la peste los que buscáis una película con presentación, nudo, desenlace y epílogo, aquí no hay estructura clásica cinematográfica, y en ese aspecto la película te puede llegar a resultar plana, y si no conectas con ella pronto, te llegará a parecer perfectamente aburrida.
Bien de fotografía, bien de una música de la que no abusa y que incluso nos hace un guiño en los minutos finales respecto al padre con la canción “Under Pressure”, buenas interpretaciones, sobre todo de la chica que hace de Sophie-niña, que desprende una química muy creíble a lo largo de toda la película…
“Aftersun” no es una película para todos los públicos, e incluso si andas desanimado o no estás pasando una buena etapa, es mejor dejar de lado y enfrentarse a ella en otra ocasión mejor.
Esta es la típica película que si la hubiera visto hace 30-35 años, habría salido del cine ajustándome la bufanda, mesándome la perilla y soltando cualquier sofisma… Hoy por hoy, tiroteado por la vida, demasiado viejo y no tan reflexivo, prefiero pasar a otras cosas. La nostalgia, a veces, es un ancla peligrosa.
De nota le doy mi riguroso 5, y la dejo a vuestra entera elección. Creo que con un metraje de una hora y cuarto funcionaría mejor, y llegaría a su objetivo con la claridad que en parte le falta. Es una película que gustará a touroperadores turcos, turistas británicos y jugadores de billar, y que no le va a hacer nada de gracia a vendedores de cámaras de vídeo… La dejo por aquí.
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