Desde luego… Qué hartera de llorar con los diez últimos minutos de “Suzume” (Netflix, 2022), película de animación japonesa, de dos horitas de duración, que me he tragado sin llegarme a enterar bien de algunas partes, todo hay que decirlo y reconocerlo…
Hacía tiempo que no veía ni comentaba ninguna cinta de animación, y lo primero que me ha salido hoy en la plataforma ha sido esta película, que viene con guion y dirección de Makoto Shinkai, que los más sibaritas y avispados entre vosotros, relacionaréis con la exitosa película “Your Name”, que fue un auténtico bombazo allá por 2016, y que, por cierto, tenéis comentada en el blog, o de la más reciente, “El tiempo contigo” (2019).
En la narrativa de “Suzume”, seguimos los pasos de una joven de 17 años, Suzume, que vive con su tía desde que perdiera a su madre en un tsunami con cuatro años. Un día, se encuentra a un guaperas, melena al viento, por el que siente una atracción desde el minuto uno. El tipo viene preguntando por unas ruinas y una puerta, lo más normal del mundo, y la chica más o menos le indica. Curiosamente, a ella le da tiempo a ir a clases, comprar en el Mercadona y hacer mil cosas más cuando decide ir a donde había mandado a Souta, que es el chico en cuestión, encontrando rápidamente una puerta en mitad de lo que antiguamente fueron una termas. Junto a la puerta hay la estatua de un gato, algo que enseguida va a rapiñar, decisión, por cierto, que también hubiera tomado yo.
Al sacar al gato de su sitio, este toma vida y se escabulle, y entra en escena un peculiar enemigo en forma de gusano, que hay que encerrar según le cuenta el recién llegado Souta, que había llegado al lugar haciendo una parada en Albacete. El gusano es el causante de los terremotos que se suceden a lo largo y ancho del país. En la lucha contra los elementos, Souta es herido en un brazo, y Suzume se lo lleva a casa para curarlo con el kit de la Señorita Pepis. En ese momento, el dios-gato, llamado Daijin, se les aparece en la ventana, y tras darle de comer una lata de sardinas en escabeche, transforma a Souta en una silla de guardería a la que le falta una pata y huye.
Suzume, que se ha dado cuenta de que está enamorada de aquella silla, inicia una road movie por todo Japón, persiguiendo al dios gato que aparece cada vez que se abre una nueva puerta con el consiguiente gusano, y silla a cuestas, va conociendo a gente en su nueva misión de cerrar portales, mientras demuestra su amor por la silla que se pasa media vida durmiendo, y su pasado y la perdida de su madre le atosiga… En muy resumidas cuentas.
Tiene la curiosidad, “Suzume”, que es una película en la que los protagonistas van visitando lugares que realmente han sufrido desgracias naturales, como Tokyo, Kobe o la radioactiva Fukusima, cerrando dichos portales que van surgiendo allí, un guiño en toda regla al espíritu de lucha del pueblo japonés ante las desgracias, aparte de algún guiño en forma de caja de recuerdos a la película “Viaje a Agartha” (2010) del mismo director, que en Hispanoamérica se conoció en su día con el poético título de “Los niños que buscan voces perdidas”…
Es una película, hasta donde he logrado entender, cuya moraleja, o al menos una de ellas, es que hay que cerrar puertas, y dejarlas bien cerradas, para que no salgan cosas que puedan provocar terremotos. Si a ello le añadimos gatos, mitología nipona y una chica enamorada de una silla, tenemos el cóctel perfecto.
En definitiva: A pesar de que hay momentos en que cae el ritmo, tiene momentos en los que te toca la fibra, sobre todo aquellos en los que en las ruinas la gente del pasado cobra vida y vuelven a estar allí. Emocionantes últimos diez minutos, y muy buena banda sonora, que incluye algún tema de jazz pegadizo, y que me ha recordado a aquellos míticos grupos japoneses de los 80-90, no me preguntéis nombres, que solían tener en las portadas de sus discos coches deportivos al estilo “Out Run”, o simples utilitarios, y que uno de los secundarios, pone en un momento determinado en su flamante descapotable. Esta es la típica película que gustará a gatunos, carpinteros y cerrajeros, y que no podrán soportar gusanos mitológicos, pupitres y sillas de guardería.
Personalmente, le doy un 6,5 de nota porque la narrativa es un tanto caótica a ratos, pero os recomiendo su visionado, quizás en una segunda vez, podría subirle la nota, pero… Eso nunca lo sabremos, ¿O si?
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