La
cosa va de esta manera. Estamos a mediados de los años 70, en las afueras de
Seattle. Casas de madera, institutos con anuarios, jóvenes un tanto perdidos
que se buscan así mismos en algún porro o en cualquier otra droga esporádica.
¿Bowie?, ¿Quién es ese tipo?
Una plaga se cierne sobre algunos. Se propaga
vía sexual. Una vez contagiado, te vuelves invisible para el resto de la
sociedad. Puede salirte una segunda boca en la garganta, una extraña raja en el
pie, bultos en las costillas, colas en el coxis, cambios de piel, o en el peor
de los casos, sufrir horribles y espantosas malformaciones en todo tu cuerpo.
Afecta al cuerpo, pero sin duda también a la mente del afectado, mezclando
realidad con sueños extraños, muchos de ellos espeluznantes.
Con este panorama se presenta “Agujero negro”
(2005, versión castellana), de Charles Burns, que ya va por su tercera edición
en castellano. Una verdadera historia de terror clásico, con mucho de terror psicológico,
surrealismo, soledad y drogas hábilmente mezclados. Una epidemia que solo
afecta a los adolescentes, separados por un muro moral de los adultos, con sus
miedos y sus inquietudes, en una espiral que parece no tener salida.
Un dibujo muy expresionista, precios, y en
riguroso blanco y negro, una obra maestra de uno de los autores del cómic
independiente norteamericano, con un pasado en revistas como “Raw” o la
francesa “Heavy Metal”, con mucho de Serie B, y de esa América profunda que
olvida, o que no quiere ver, a los proscritos, a los diferentes… Francamente,
muy recomendable.
P.D:
Hace cuatro años (2013), Brad Pitt se interesó por realizar la versión
cinematográfica del cómic, pero ahí quedó
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