Tremenda película la producción francesa “Las
hijas del Califato”, de 2024, que a pesar de que su título original era “Rabia”,
aquí en España hemos rebautizado de esta manera, porque si… Porque Rabia no nos
gustaba o no expresaba lo que el tipo de turno quería… Pero, en fin, tampoco
está mal del todo, pero son cosas que me llaman la atención.
He
llegado a ella porque cuando vi “Amal”, película belga de 2023, una de las
cosas que más me gustó fue la actuación de su protagonista, la actriz belga
Lubna Azabal que lleva más de 60 películas a las espaldas, y que hacía un
papelón como profesora de secundaria brutal… Película que, si no habéis visto,
os reitero su total interés. Me pareció muy buena.
Y
hasta ahora, no había podido ver “Las hijas del
califato”, que podríamos decir que es la ópera prima de la directora, guionista
y montadora francesa, Mareike Engelhardt, que hasta la fecha solo había hecho
pequeños cortometrajes, y que, con este, su primer largometraje, ha hecho una
película de esas que incomodan, de las que rascan y que no a todo el mundo le
gusta, y que no deja de ser una parte de la Historia de las que pocos hablan…
Mientras
la veía, he pensado que esta es la película que los creadores, los guionistas
de “El Cuento de la Criada”, no tuvieron los huevos de hacer, y tiraron por la
tangente más fácil. ¿Para qué inventarte una realidad paralela en unos Estados
Unidos ficticios donde la vida de una mujer no vale nada y el extremismo
religioso manda? Si lo tienes aquí y es completamente real.
“Las hijas del
Califato” no lleva hasta Raqa en Siria, año 2014. Está basada en hechos reales,
en testimonios de chicas jóvenes, europeas, pero también del resto de
continentes, que dejaron atrás sus vidas, se convirtieron al islam por miles y
se unieron al Estado Islámico, que, para ellas en ese momento, supongo, era lo
más de lo más.
La
película no es una crítica ni te justifica lo que hicieron o lo que decidieron,
solo muestra los hechos. Desde un principio seguimos a dos jóvenes francesas, Jessica
y Laila, que se sienten vacías en sus vidas, son desdichadas y sus emociones, o
su creencia en que pueden reconducir sus vidas, las lleva a la Siria del Estado
Islámico, con una alegría desbordante, como la que va a un campamento de verano
o a un parque temático.
Pero ya desde su llegada a Siria,
comienzan a sufrir todo tipo de privaciones, vejaciones y comprueban en sus
propias carnes que son mercancía, una ñorda pinchada en un palo, absolutamente
nada. Atrás queda la familia y sus vidas anteriores, y comienza una
radicalización inhumana, donde la tensión, las traiciones y chivateos están al
orden del día.
Las
casan por catálogo, sus maridos mueren en el frente antes de que las conozcan,
las intentan “violinizar” o directamente lo hacen, mientras les comen el coco y
alguna se arrepiente ya de estar allí a los dos días.
En Raqa, son acogidas
en una residencia destinada a mujeres occidentales recién llegadas, donde las
examina, interrogan y les cuentan que van a ser meras matrices y criadoras de
futuros muyahidines.
Allí las recibe
Madame, interpretada por una Lubna Azabal, que vuelve a hacer una interpretación
fantástica, una auténtica dictadora para las mujeres, que tiene montado un
chiringuito en el lugar y cuya sola presencia hace que las mujeres callen y
agachen la cabeza.
Madame es una
fanática fiel del Estado Islámico, que pasará con Jessica, nuestra
protagonista, del choque y del antagonismo inicial, a hacerla una pupila, una
sombra entre las demás mujeres, una posible sucesora en el tinglado.
Y poco a poco vemos
la conversión de Jessica en una sirviente que colabora con Madame, se va
transformando, va rompiendo con su pasado, pero sin traumas, algo que, si le
sucede a Laila (que va a intentar resistir, huir y que confiesa que aquello no
era no que se había imaginado al principio), y ya llega un momento en que te
das cuenta que no es aquella chica que vimos al principio, sino parte del
sistema, del microuniverso perturbador, que castiga brutalmente a las mujeres
cuando desobedecen y que ella asume con total normalidad, como una colaboradora
más.
De
hecho, las dos chicas llegan juntas, son muy parecidas, y a medio metraje te
das cuenta que no tienen nada que ver la una con la otra tras pasar por el
proceso radical del Estado Islámico. Laila, de hecho, desaparece, y Jessica que
ha perdido todo atisbo de cordura, tiene el comportamiento de un robot, de
alguien que no siente afecto.
Huid
de esta película si creéis que vais a asistir a batallas o luchas. Se oyen,
pero no se ven. En la película apenas vamos a ver un par de hombres, y en
momentos concretos y precisos. La cámara apenas sale de la residencia, que es
la versión islámica de La Casa de Bernarda Alba, sumando la Invasión de los
Ultracuerpos, y aún así, te transmite el horror en toda su plenitud, en
estancias cerradas a la luz natural, al sol, mientras que Madame disfruta de
algunos placeres occidentales…
En
definitiva: Me ha parecido una película brutal. Creo que imprescindible. Ya no
por el tema del trato a las mujeres, sino porque esto es Historia contemporánea,
de hoy en día, y no se estudia, ni se oye hablar de ello, y creo que en muchas
ocasiones de manera consciente y decidida. Estoy convencido de que es una película
que incomodará a más de uno, y, sin embargo, es tan necesaria, y tal real…
Mi nota: Un 7. Una historia fantástica, muy bien interpretada, una fotografía espléndida, y con un metraje de una hora y media.
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