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domingo, 26 de enero de 2025

Moloch (2022)

 

      “Moloch” es una película de terror neerlandesa, es decir… Holandesa de toda la vida, que nos trae en un metraje de una hora y media una historia a la que le sobran veinte minutos perfectamente y sin parpadear.

        Protagonizada por Alexandre Willaume, que es un actor que yo conozco de la serie danesa “Rita”, que es muy recomendable, más sus dos primeras temporadas que el resto (en la Tercera la pilló Netflix, la hizo internacional, y se la terminó cargando), la malograda serie alemana “1899” (que traía una premisa interesante, pero que no pasó de su Primera Temporada) y la “Tomb Raider” de 2018, y por la actriz neerlandesa Sallie Harmsen, de la cual no recuerdo haber visto nada hasta la fecha, aunque he podido comprobar que tiene una amplia filmografía…


        “Moloch” bebe directamente de leyendas holandesas y danesas, de tipos cuyos cuerpos momificados aparecen en turberas, como “El Hombre de Tollund”, que tiene alrededor de 22 siglos, siglo arriba-siglo abajo, o la “Mujer de Lindow”, y cuya paz perturbada solo trae problemas a los que viven alrededor de donde han aparecido sus cuerpos… La versión europea de los cementerios indios es “Moloch”.

        La película comienza con una nena que está jugando con un ratón, que ya de por sí puede parecerle terrorífico a más de un padre, y encima de su cabeza se oyen unos gritos y posteriormente el techo de madera comienza a rezumar hectolitros de sangre, como le gustaría a cualquier fan japonés de terror.


        Posteriormente, seguimos la historia de Betriek, una viuda, música de profesión, que vive con sus padres y su hija cerca de una turbera. Su madre sufre una extraña enfermedad que se agrava por la noche. Un día aparece muerto un vagabundo en las cercanías, y de manera paralela, un grupo de arqueólogos encuentra el cuerpo de una mujer con varios siglos a las espaldas en la zona.

        Jonas, el responsable jefe de los arqueólogos, y Betriek, tienen en un principio unas desavenencias por aquellos de estas en mis lindes, que de eso en Extremadura sabemos mucho, pero pronto pasan a algo más. Unas noches después, un hombre irrumpe en casa de Betriek, se bebe la leche que tienen en el frigorífico y las ataca con un cuchillo a su madre y a ella, mientras suena una bella canción en francés.


Eliminado el tipo en el último momento, justo cuando le iba a abrir una ventana nueva en el cuerpo a la madre, Betriek decide investigar lo sucedido ya que cree que es una maldición que afecta a su familia, y pronto descubre que la momia aparecida en las turberas es la responsable de todo los que le pasa, y que hay leyendas locales relacionadas con el folklore que así lo afirman: La Leyenda de Feike, que es narrada sublimemente en una obra de teatro infantil.

La aparición de nuevas momias complica el asunto y Betriek recurre a un médium local que le da las claves sobre las apariciones que se suceden, las posesiones… Y las muertes. Ya que descubre que ella era la nena del ratón, su abuela la sacrificada en el techo de su casa cuando era pequeña, y que este tema de fantasmas femeninos que susurran y que dejan una estela de fallecidos detrás suya, viene de su pasado familiar y de la relación que tienen con el dios pagano Moloch, que sigue más presente que nunca, y que parece afectar a los hombres, y cargarse a las mujeres.


En definitiva: Película rodada en inglés y neerlandés, película a la que le sobra metraje (guionistas y directores están empeñados en empacharnos), película de terror folklórico que tiene su mejor momento en los últimos quince minutos finales, y donde destaca la buena química entre sus dos protagonistas principales, y que no te va a dar miedo ninguno y que tampoco vas a tirar cohetes después de su visionado, pero que te puede llegar a gustar. ¿Nota? Le doy un 5, y me quedo ahí. Si la veis, me comentáis.

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