“Minore” es una película griega
de 2023. No suelo ver mucho cine griego, habitualmente, y, de hecho, ni en el
blog ni en el Canal de Youtube tengo comentada ninguna película griega… Si
alguna relacionada con Grecia, o que tenga a Grecia como telón de fondo, pero
como griega, “Minore” es la primera en los 16 años que tiene el blog, así que
ya me vale…
La
película se me presentó como una película de horror, de terror, con tintes
lovecraftianos, y por ello he picado en la curiosidad de verla. Y tras siete
minutos de créditos iniciales, me he encontrado con una historia dividida en
dos partes bastante diferenciadas.
De
su metraje de una hora y cuarenta y seis minutos, la primera hora (cincuenta
minutos) es todo un alegato turístico a Grecia, y lo diferentes que son los
griegos, la actitud ante la vida, la música, la vida, los recuerdos, los
personajillos que se nos van presentando (músicos… La música tiene un gran
protagonismo en la película. Culturistas locos que se creen Conan El Bárbaro,
abuelas que ven fascistas por doquier, onanistas de gafa pasta, o el propio
personaje principal que hace su “Viaje iniciático” al país)… Esto es algo que
suelen hacer mucho, cinematográficamente hablando, algunos directores en cuanto
se refieren a sus países. Hace relativamente poco lo noté en la película
butanesa “El Monje y el Rifle”, aunque también lo podéis notar en otros títulos
como “Mi Gran Boda Griega”, ya que hablamos de griegos, donde se busca esa
peculiaridad que los hace distintos al resto, supongo que no para bien ni para
mal, sino simplemente diferentes… En España lo teníamos hace cincuenta años en
aquello del “Spain is different”, pero el globalismo lo mezcló todo, lo
remezcló, y por lo menos, para mí ya no cuela ni con Grecia, ni con España, ni
con Bután… Esta primera parte es bastante oscura, nocturna, y, como os digo,
muy musical. ¿Ya la segunda parte? Pues la segunda parte es, efectivamente, la
historia de terror que andaba buscando, con toques de comedia casi paródica, la
ida de pinza lovecraftiana, y con regulares efectos especiales.
En
la narrativa de “Minore” tenemos a William, un joven marinero que llega a
Grecia buscando a su padre, laúd en mano, que los dejó abandonados siendo él un
crío. Desde que llega, se empieza a dar cuenta de la idiosincrasia de los
griegos, sus rareas, la música, las relaciones (ya la primera noche liga con
una camarera, con la que sale a dar una vuelta y a filosofar).
Desde
el primer momento en que llega William, se comienzan a suceder una serie de
terremotos, que van a crear una supuesta isla en el puerto de Atenas, y
asistimos a la presentación de los personajes más surrealistas que te puedas
imaginar, muchas veces en situaciones absurdas, oníricas… Algunos apenas
esbozados, y dando saltos de unos a otros constantemente, sin pararse demasiado
en ellos más allá de ir presentando escenas, situaciones cortas, casi sketches.
Recién
pasada la hora de metraje, se nos aparece, por fin, el terror que venía
buscando. Unas criaturas lovecraftianas con algo de “La Guerra de los Mundos”,
nacidas del mar, venidas con la niebla y con capacidad para volar: Pulpos
ciclopes de mortíferos tentáculos, que pasa de las particularidades griegas y
todas esas milongas, y que empieza a cargarse al personal de la manera más gore
posible, (hay una escena en la que el marinero usa los intestinos de un cadáver
a modo de cuerda para salvarse, que es para nota), y con unos efectos un tanto
así así, pero con acción, al fin y al cabo, absurda, pero acción.
Este
cambio tan radical de tercio convertirá a los músicos de la taberna de turno en
héroes contra los pulpos, descubriendo que los acordes musicales acaban con
ellos, como en “¡Mars Attack!”, y multiplicando las escenas de vergüenza ajena
que me son muy difíciles de describir.
En definitiva: Película de Serie B, rodada en cinco semanas en los alrededores de una iglesia ortodoxa y de una taberna y con un presupuesto escuchumizado. Muchas cosas a la vez, que dan una mezcla explosiva que no me ha acabado de convencer del todo. A la primera parte, le sobra perfectamente media hora y números musicales. Creo que la segunda parte, que es la parte cutre, es más divertida y te puede hacer soltar alguna carcajada. Aún así, yo no la voy a aprobar porque cuando se comienza a disfrutar, ya te ha sentado mal el primer plato que has digerido a duras penas, y porque el computo global no me convence. Los créditos finales no están mal a modo de epílogo. De nota le voy a poner un 3,5. Y la dejo a vuestra entera elección.
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