Casi ochenta años después, uno de los monstruos más icónicos que nos ha dado Japón, sigue más vivo que nunca, y viene a demostrarlo en “Godzilla Minus One” (2023), una película japonesa que reconozco no haberme tirado desde el primer día a verla, y ahora, recomendada por algunos de vosotros, he enmendado mi terrible error, ya que me ha sorprendido, y mucho, y para bien… Pero… ¿Qué es lo que vamos a ver en esta nueva entrega de Godzilla, merece la pena?… Vamos a analizarla, eso si, muy brevemente…
Y es que a mi, ya de entrada os lo digo, me gustaría mucho que la vieras. La recomendación en las entradas del blog y en los vídeos, viene siempre al final, pero vamos a hacer una excepción, porque lo merece, y ya de entrada os digo que tenéis que verla.
Los japoneses se han marcado un interesante “Yo me lo guiso, yo me lo como”, con su Kaiju más representativo como gancho y les ha salido una película de monstruos con el regusto clásico, con sus peculiares sobreactuaciones, unos magníficos efectos especiales, y con un metraje de dos horas, que, salvo una pequeña bajada de ritmo en la segunda hora, se convierte en una cinta de puro entretenimiento donde no puedes parpadear mucho, o te lo pierdes…
En la narrativa tenemos a Koichi, un piloto kamikaze, que, al final de la guerra, se lo ha pensado dos veces, y aterriza en una isla remota bajo control japonés, donde hay un taller de reparaciones, con la excusa de que se le ha roto el espejo retrovisor y no ve bien los destructores yanquis contra los que acabar su vida.
Una vez revisado el aparato, los técnicos y mecánicos descubren que todo estaba en orden en el avión, y que Koichi es un cobarde que no ha cumplido el juramento de estrellarse y acabar con su vida por el bien del Imperio japonés en una guerra que acabará pasado mañana.
Estando de chachara nocturna, Godzilla emerge de las profundidades del océano, dejando como tarjeta previa de visita la aparición de unos peces abisales con forma de pene flotando cerca de la orilla. El ataque del monstruo es aterrador y acaba con el negocio de las reparaciones de aviones kamikazes en un par de minutos, marcándose un par de hat-tricks al pisotear a los militares mecánicos, que visten de un blanco impoluto.
Poco tiempo después, vemos a Koichi intentando rehacer su vida con una chica random que se ha encontrado en la calle, que lleva a una bebé, Akiko, que se ha encontrado por ahí. La vida comienza a sonreírles, Japón se empieza a reconstruir y Koichi encuentra un trabajo como ametrallador de minas en un viejo barco de madera a través de la página de clasificados de los periódicos. Allí hace un equipo de amigos peculiar, que pronto se enfrentarán a la aparición de Godzilla, que tiene intenciones de destruir Tokyo en un acto reivindicativo de No a La Guerra, creando más puestos de trabajo para albañiles, fontaneros, electricistas y chatarreros. Con Godzilla, la economía funciona.
Abandonados a su suerte por soviéticos y americanos, los japoneses tienen que recauchutar sus viejos barcos e intentar destruir al monstruo, que como turista pertinaz, deja la ciudad tirada por los suelos, literalmente hablando, en lo que yo he visto como una alegoría a la sobrepresencia de turistas extranjeros en la capital japonesa.
Ante esto, el plan es sencillo: La próxima vez que se acerque a la bahía, se le rodea con dos barcos cargados de flotadores, que, con un mecanismo revolucionario para los años cuarenta y cincuenta, se le mandará al fondo marino, mientras que un avión prototipo diseñado por los japoneses en la guerra, lo entretendrá hasta darle el remate final…
En definitiva: No me apetece contaros más, porque como he dicho anteriormente, me gustaría mucho que la vierais. Yo la he disfrutado como un crío pequeño, y es la típica película que gustará a los frikis del lugar, y no le hará mucha gracia a la gente que pide que en todas las películas salga un afroamericano, alguien del Colectivo y un personaje No-Binario… Por todo ello, yo le doy un 7 de nota, y espero impaciente una segunda entrega, que desconozco si la habrá, pero espero que si.
No hay comentarios:
Publicar un comentario