Tengo
la sensación de que, en los últimos años, las mejores películas bélicas las
están firmando rusos y chinos. De las chinas, he visto esta “Los 800” (China,
2020), que me ha tenido bastante enganchado, aunque es bien cierto que a ratos
su narrativa, ultranacionalista, puede volverse caótica, y exagerada a más no
poder por los gestos grandilocuentes que se gastan los actores de turno… Spoilers a partir de
aquí.
Con
más de dos horas y media, “Los 800” nos lleva hasta la Segunda Guerra
Sino-Japonesa (1937-1945), donde los chinos del Ejército Nacional Chino,
comandados por Chiang Khai Shek, coleccionan derrotas como cosa mala. Con Shanghái
acosada por miles de japoneses que se reproducen como esporas, los chinos
mandan al 88 Regimiento, unos 800 hombres, a ocupar los Almacenes Sihang, justo
enfrente del barrio de las embajadas extranjeras, separadas de dicho almacén y
del barrio de Zhabei por el río Suzhou y un puente de treinta metros que tienen
prohibido pasar por orden de británicos y estadounidenses.
Una
vez refugiados allí, la 88, que viste uniforme de la Werhmacht alemana, por la
amistad que había unido a chinos y a la República de Weimar hasta de la llegada
de los nazis al poder (1933), que eran más fans del imperialismo de Hiro Hito y
sus burradas, resisten bravamente los embates japoneses, mientras al otro lado
del río, civiles chinos y diplomáticos extranjeros, hacen apuestas, comen pipas
y se pasean por la única calle del barrio gobernado por los occidentales.
Con
algunos visos de hecho real, y grandes dosis de ficción, no faltan las escenas
bélicas, muy bien conseguidas, y donde el nacionalismo chino se respira como
los purines en mi pueblo cuando van a replantar en el campo las tomateras de
turno.
Me
ha llamado la atención ver a los chinos con uniformes alemanes, y que no se
corten en exhibir la bandera nacional de Chiang Khai Shek y alguna mención al
Kuomintang o Partido Nacionalista Chino, que durante ochenta años ha sido tabú
por aquellos lares.
En
contra, aparte del mencionado nacionalismo y la sobreactuación que comparten
con los actores norcoreanos, diría que le sobra media hora larga, y que al
menos que sepas un poco el contexto histórico, te puedes perder. ¿Me ha
parecido ver un sucedáneo de Stuka con bandera japonesa? No, lo habré imaginado…
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