Dali es inmortal. Han pasado
treinta años de su muerte, pero sigue estando muy presente en nuestras vidas.
En reportajes, en medios de comunicación, en exposiciones y libros…
El cómic no se puede quedar atrás
en cuanto a biografías. No es que sea el primer cómic que tiene al genial
pintor catalán como protagonista. Hay algunos más que ahora no se me vienen a
la memoria sus títulos. Uno en que coprotagonizaba una aventura detectivesca en
compañía de Lorca y de Buñuel, resultado de un proyecto de crowfunding o
patrocinio por mecenas, otro de mi admirado Paco Roca, “El juego lúgubre”, que
leí hace ya algunos años, y que no llegué a escribir una crítica en el blog, (y
es una pena, porque el cómic está francamente bien, y muy original, dicho sea
de paso), y posiblemente alguno que se me escapa, como el de Baudoin, que
también tiene unos años y muy buenas referencias…
En este, de Carlos Hernández, que
he disfrutado muchísimo. Tenemos a un Dalí agonizante, que, desde su cama, poco
antes de expirar, hace un repaso por su vida y por su arte. “Esto ya lo he
visto yo antes”, musita, obsesionado por la Ciencia, la superación de la
muerte, y el Deja-Vú.
Es un cómic que, prácticamente,
me lo he bebido. Primero, porque me encanta la vida, obra y arte dalinianos. Y,
segundo, por la alta calidad que tiene la obra de Carlos Hernández, que te
engancha, te engancha… Y no puedes dejar de disfrutar ni un solo instante.
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