Los dos o tres lectores
habituales del blog, quizás se acuerden, aunque es mucho suponer, de la crítica
que hice hace unos meses al libro “Homo
Deus. Breve Historia del mañana” (2016) de Yuval Noah Harari.
Muchas personas me habían
recomendado leer primero “Sapiens. De animales a dioses” (2014), editado en
España por Debate, pero la verdad es que, aparte de por seguir un orden
cronológico editorial, no veo razones para ello.
Este mes le llegó el turno a
“Sapiens”, y me ha ocurrido como con “Homo Deus”. Partes interesantes, y partes
menos interesantes. Yuval nos hace una breve historia de la humanidad, con
muchas reflexiones y matices de su cosecha, que no dejan de ser interesantes,
como por ejemplo, como el Sapiens se ha cargado diversos hábitats a lo largo de
su dilatada existencia, las influencias de las diversas revoluciones (agrícola,
industrial, francesa, científica…), que él desgrana con simpatía y sobrado
salero, este tipo sabe enganchar con golosinas al intrépido lector….
… Pero… Al igual que me pasaba
con “Homo Deus”… Veo que su mayor error, después de mostrarnos de lo que hemos
sido capaces, como Sapiens, es confiar el futuro de la Humanidad en una
super-tecnología avanzada, que nos hará evolucionar de Sapiens a MegaSapiens, o
vete a saber qué.
El lector no podrá evitar
sonreírse, por no llorar, con todas las atrocidades que Sapiens lleva
cometiendo desde su destete y su niñez, la creencia en mitos y dioses, en el
destino y en la religión… Pero el propio autor falla en confiar, como digo, el
futuro de la especie, a una avanzada tecnología que nos haga amortales (no
inmortales) en cincuenta años, o que nos permita cambiar nuestro hígado por uno
microcomputerizado porque a dos tipos de EEUU les hayan puesto sendos brazos
robóticos.
Cuando el ¿50, 70%? De la
población mundial no tiene acceso a recursos básicos, como el agua o la comida,
es difícil imaginarse dicho futuro, al menos que ese futuro pertenezca a unos
pocos miles de seres afortunados del planeta. Yo en 2050 me imagino más un
futuro parecido a Mad Max, pero sin Tina Turner, que el de los Súper-Sónicos y
aquellas fantasías setenteras que hacían mis delicias de niñez frente a la
pantalla del televisor.
Libro interesante, como digo.
Libro recomendable, por supuesto. Pero Harari parece compartir un futuro, con
la Cienciología, con el que no estoy muy acuerdo…
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