“Relatos de un carbonero” (2005),
de Shingeyasu Takeno (partiendo de una idea original de Toshikatsu Ue), es un
manga atípico.
Atípico por la temática que
aborda, el trabajo duro, artesanal de conseguir carbón vegetal de la madera de
los robles, y atípico porque su protagonista, un joven japonés de la
post-guerra (estamos a mediados de la década de los cincuenta del S.XX) tiene
una curiosa y fascinante simbiosis con el medio que le rodea, con la
naturaleza, con la que convive en una perfecta armonía.
Toshikatsu Ue, un joven de veinte
años, vive solo en la montaña. Ha heredado el trabajo familiar, que es muy duro
y laborioso. Pasa días, semanas enteras sin ver a otros humanos, pero eso no le
afecta. Vive en un paisaje idílico, con unas duras condiciones climáticas (sol,
lluvia, nieve…) y en compañía de los yokais y los yureis, los espíritus del
bosque, que le observan en su trabajo diario…
Editado por Dolmen Editorial,
este pequeño volumen es una pequeña obrita maestra dentro del manga, un cómic
de los que pasado el tiempo, te vuelves a leer, porque en su cotidianidad está
la magia del mismo.
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