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lunes, 31 de octubre de 2016

Siete Diosas



        Iba a empezar esta entrada diciendo que hay países, aun, donde el camino de las mujeres es tortuoso y espinoso, en un mundo todavía demasiado machista… Pero después pensé que si decía “hay países”, debería decir en cuales las mujeres no siguen sufriendo los perjuicios de una sociedad que las menosprecia a diario. Y sinceramente, no se me ha ocurrido ninguno.
 (Presentación en Aspanya)

         “Siete Diosas” (2015) es una película india, sobre la situación de siete mujeres, siete amigas en su país. El comienzo es del todo prometedor, donde encontramos diferentes situaciones que deben soportar cada una de ellas: Comentarios en el gimnasio, las críticas obscenas a la cantante, mujer-florero en una película de Bollywood, mentiras de las grandes marcas y Corporaciones (estéticas, económicas…) dirigidas por hombres, con una mentalidad muy atrasada respecto al siglo que vivimos.

         La idea, aparte de buena, la considero necesaria. Una apuesta brillante, valiente, y más viniendo de un país donde los casos de violaciones anuales se cuentan, tristemente, por miles, sin llegar a contar ataques con ácido y demás salvajadas que suelen cometerse, con total impunidad, a diario.

        Ahora, una cosa es la idea, y otra es la práctica. Y aquí ya nos perdemos un poco. Muchas diosas para tan poco metraje, apenas dos horas. La idea se vuelve centrifuga, con el paso de la cinta, cuando en mi opinión (y ya sabéis que yo no tengo ni idea de cine) el interés hubiera sido brutal enfocado en una, dos, o como mucho tres de los personajes. Como mucho, y aprovechar ese potencial, que no es baladí. La idea, vuelvo a repetir, tan buena, se pierde en un mar de chascarrillos, voces, saraos y música, gritos, situaciones esperpénticas y ficticias, conversaciones vacías y topicazos de libro. La escena se convierte en una caótica fiesta, rocambolesca, que pierde credibilidad según va pasando el tiempo. Nos pierde lo risueño, y eso no funciona con una película americana (ya no, quizás alguna vez funcionó) y menos con una india, salvando las distancias. Una pena esta pérdida de veracidad.

      Al menos vemos que algo está cambiando por aquellos lares. Poco a poco, la libertad de expresión poca, pero incipiente, el control cada vez mayor de la mujer sobre sus ideas, su estética, educación, su manera de expresarse o sobre su sexo y su natalidad (yo nací en un mundo donde las indias tenían una media de ocho-nueve hijos)… En fin, ahí queda.


      P.D: Fotografía espectacular, a ratos auténticos bodegones. Música pegadiza.

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