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A los que tenemos una edad, el nombre de “El Vaquilla” aun nos resulta familiar, y nos rememora a otros tiempos, finales de los setenta, principios de los ochenta, donde Juan José Moreno Cuenca, que ostentaba ese mote, ese nombre de batalla, campaba cuando no en la calle delinquiendo, la mayoría del tiempo en la cárcel.
Mitificado por el cine y la prensa de la época, Juan José vivió 42 años, de los que 28 se los pasó en la cárcel, lo que no fue óbice para labrarse una imagen a su alrededor, con la que él mismo, en sus etapas de lucidez, no estaba de acuerdo, al afirmar muchas veces “haber nacido en el otro lado de la sociedad”, que era como le hubiese gustado que se hubiese titulado su película biográfica, “Yo, El Vaquilla”, que fue un éxito cinematográfico, y que desde luego sonaba mejor que “En el otro lado de la sociedad”, para una película del género kinki, habitual en los videoclubs de la época, que lo petó junto a otras historias como “Perros Callejeros”, “Navajeros”, “El Pico”, “La estanquera de Vallecas”, “Deprisa, deprisa” o las dos partes de “El Lute”, que para la época del Vaquilla ya se había quedado un poco obsoleto (por decirlo de alguna manera), entre otras, con el denominador común de las drogas, los barrios marginales ochenteros de las periferias de las grandes ciudades españolas, los atracos a bancos, los tirones de bolsos montados en R-12s desde el asiento del copiloto (como cuatreros de la época) y los duelos a navajazos, como buenos bisnietos de aquellos míticos bandoleros decimonónicos que se cosían a hierro y sangre entre ellos o contra los gabachos en series de ficción… En esos duelos kinkis tan cinematográficos.
“El Vaquilla” es un cómic publicado por la Editorial Cascaborra fuera de sus habituales colecciones y formatos, que viene a recordarnos una parte de aquella España de hace cincuenta años, la que despertaba con una balbuceante democracia, la del fin del Franquismo, que se llevó a una gran parte de una generación a través de una jeringa, del caballo, no ya en las grandes ciudades españolas, también en las pequeñas, ya que en mi Badajoz natal vi caer a algunos por culpa del caballo en el San Roque, que era mi barrio, de los años ochenta, y alguno que fue compañero mío de clase en el colegio, también cosido a hierro, desgraciadamente, en episodios truculentos…
El cómic, en riguroso blanco y negro, de 96 páginas, viene de la mano de Manolo López Poy, guionista muy bien documentado, del que ya hablamos en su día en el blog, en 2021 concretamente, por la fantástica biografía que hizo junto al dibujante Kepa de Orbe de Valle-Inclán.
A Kepa, por cierto, también le debemos, “Bailén 1808”, junto al gran amigo de este canal, el profe y guionista Carlos Peinado. “1415: Ceuta” sobre la conquista portuguesa de la ciudad norteafricana (hoy ciudad autónoma española, que nunca fue ni ha sido marroquí a pesar de lo que muchos defienden), y una maravilla de cómic como es “Memoria”, sobre las atrocidades provocadas por los dos bandos en la Guerra Civil española, del que tenéis reseña en el canal de Youtube.
En “El Vaquilla”, seguimos a Juan José desde sus inicios como delincuente, en su Barcelona natal, siendo detenido por primera vez con once años, y pisando la cárcel ya con catorce años. Una familia desestructurada, que diríamos hoy en día, las drogas desde bien temprano, y las circunstancias, pronto lo catapultaron a una vida criminal, donde llegó a matar a una mujer en un tirón de bolso desde un coche. En el cómic somos testigos de su vida y obra, y de manera paralela acompañamos a os parroquianos de un bar que siguen su trayectoria por televisión, siendo uno de los habituales de la barra muy crítico con él. Pasamos por las distintas cárceles, sus relaciones con mujeres, con las drogas, sus intentos de fuga de la Modelo, su protagonismo mediático… En un cómic excepcional que, por lo menos a mi, a mis cincuenta años, me ha hecho recordar aquella etapa, aquel lenguaje casi olvidado de “picoletos, caballo, maderos, trena…”… Toda una generación que para mediados los noventa, como mucho principios de siglo, ya había muerto de sida, por culpa de las drogas y circunstancias bastante chungas en la gran mayoría de los casos, y que hoy ya solo unos pocos recuerdan.
“El Vaquilla”, como digo, retrata una parte de nuestra Historia, quizás no la más apetecible y querida, pero no deja de ser Historia, y cómics como este se encargan de que no caiga en el más oscuro de los olvidos. Si podéis, acercaros a la vida de Juan José, a través de Manolo López Poy y de Kepa de Orbe que hace un calco en cómic de lo que fue aquella época. Destacar una breve, y necesaria biografía final en las últimas páginas del tomo, con la que Poy remata magistralmente una genialidad de cómic.
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