Una vez más, os recuerdo que todas mis entradas contienen spoilers,
revelaciones de la trama, cuando no la trama entera, y que si sigues leyendo es
porque tú quieres… Ojo.
“Spiderhead”
(Netflix, 2022), es otra de esas cagadas de Netflix de “Quiero pero no llego,
ni puedo”, que podemos disfrutar estos días. Tiene un arranque, una premisa
interesante, un buen planteamiento, pero pincha a la hora de narrarte la
historia, y pronto se me ha hecho repetitiva y se ha ido a la papelera de las
oportunidades perdidas…
En
la narrativa, tenemos una distopia futurística, en la que Thor es un científico
loco blanco, heterosexual y posiblemente fascista, que está al cargo de una
cárcel-laboratorio que podría ser la segunda residencia de los ThunderCats si
les diera por buscar un nuevo alquiler.
En
“Spiderhead” se experimenta con personas. Sus presos son cobayas humanas que
han optado por dejarse inyectar todas las mierdas posibles, en vez de cumplir
condena. Así que no dudan en firmar el contrato por el que cambian cárcel por
científico loco. Eso nos lleva a pensar, ya desde un primer momento, en que la
acción no se desarrolla en España, porque en ese caso Thor cierra el
chiringuito a los dos minutos de comenzar la cinta, y no es plan.
El
caso es que las vainas que inyectan pueden hacerte odiar, amar, tenerle miedo a
una grapadora (pueden dar auténtico terror si van cargadas) o a Telecinco (para
eso no hace falta inyectarse nada chungo), y Thor disfruta como un enano en
bicicleta apuntándolo todo en un cuaderno asqueroso con manchas de café, y en
tarjetas de bingo. Porque tienen una tecnología de la leche, que permite
implantarte una petaca en la espalda y meterte en vena todo el puto arco iris,
pero en cuadernos no han evolucionado mucho y lo apuntan todo en unos que
venden en el LIDL a 4,95 leuroh.
Llega
un momento en que Jeff, la cobaya favorita de Thor, se comienza a dar cuenta de
cosas mientras en recuerdos esporádicos nos van contando su crimen y cómo llegó
a “Spiderhead”. Siento insistir, pero en España, con la ley en la mano, el tipo
hubiera salido de la trena en cinco años y posiblemente con pareja. Thor cada
vez se vuelve más HP (como las impresoras), y cuando a Jeff le comienzan a
tocar a Lizzy, su novieta de presidio (que está allí por cargarse a su hija),
ya se le enciende el aura y planea una revolución del santo copón que no tarda
en llegar y que pone al descubierto a Thor y sus malvadísimos planes…
Resumiendo:
Como digo, buen planteamiento, mal desarrollo de una idea atractiva. La
película, con media hora o cuarenta minutos menos, te contaría lo mismo. La
dejo a vuestra elección, pero yo no pienso volver a verla ni en pintura…
No hay comentarios:
Publicar un comentario