He estado viendo la primera
temporada de “La vida desastrosa de Saiki K” (Netflix, 2019) que va por la
Tercera Temporada (al parecer), y he de reconocer que tiene cosas graciosas,
aunque el personaje no me acaba de convencer del todo por su actitud, y a
veces, por su elevado Ego. La serie anime está basada en un Manga.
Saiki es un chico adolescente,
adicto a la gelatina de café, que va al Instituto, y tiene la expresión de un
palo. Tiene el pelo rosa, dos joysticks de bola (de las arcades antiguas de los
ochenta) en la cabeza, y lleva gafas verde claro que nos permiten ver sus
inexpresivos ojos. Aparte de eso, tiene un inmenso poder psíquico (encontrar
cosas, teletransportación lanzar rayos láser, telequinesis, lee la mente, de
todo oiga), y no mueve los labios para hablar ni a la de tres, sino que oímos sus
pensamientos en Off continuamente.
Sus padres están como unas
castañuelas. Al padre, que trabaja en una editorial manga, no le tiene
demasiado respeto. Los amigos son bastante arquetípicos: El gigantón tonto con
peinado punky, el hijo de un yakuza, el obseso de los gimnasios, el chulito, el
ricachón, la chica mona de pelo azul… Lo normal, vamos.
Los episodios están divididos
en historias cortas, a veces tienen continuidad entre sí, y otras son
autoconclusivas, y cada episodio dura unos veinte minutos. El tiempo no pasa,
gracias a su control mental, en el mundo de Saiki (da a entender que serán
eternamente cómo son, mientras él lo controle). Las historias giran en torno al
Instituto, los amigos, las chicas, los padres, los juegos de cartas o rol, los
videojuegos, el manga, los programas de televisión… Hay de todo. Como digo, el
protagonista no me acaba de caer bien, pero tengo que reconocer que he disfrutado
mucho algunos episodios, hasta reírme a carcajadas, por los secundarios, no por
Saiki precisamente… Por aquí lo dejo.
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