Estamos a finales de los
setenta. Jamie tiene quince años y vive rodeado por tres mujeres que le están
definiendo su personalidad. Poco a poco, tres mujeres completamente distintas,
están curtiendo a un joven adolescente, skater y rebelde.
Su madre, que se crió durante
La Gran Depresión, nota que se hace mayor, que pierde el ritmo de la vida,
entre cigarro y cigarro, y pensamientos bohemios. Su marido la abandonó cuando
Jamie era muy pequeño, y ella lucha por vivir y por encontrar su sitio en una
década que no comprende.
Julie, rubia y provocadora, es
su vecina. Duerme con él, pero no tiene relaciones con él, aunque si con medio
vecindario. Tiene a Jamie muy confuso.
Abbie es una punk. Es fotógrafa
y vive con Jamie y su madre en una habitación alquilada. Es un espíritu libre,
ha sobrevivido a un cáncer cervical. Ha vivido en varias ciudades. Conoce la
movida, los grupos, los garitos y el mundo del Arte, y quiere romper moldes.
William es lo más parecido a
un patrón masculino que seguir. Es otro inquilino de la casa. Es hippie y
mecánico. Tampoco acaba de encontrar su lugar en la vida y sus relaciones con
las mujeres son tormentosas.
La fotografía espectacular, me
ha encantado, es una pasada. La música tampoco está mal, igual que la
ambientación (que tiene un pase). El “pero”, es para mí el de siempre en este
tipo de películas reflexivas e introspectivas: Le sobra, perfectamente, media
hora larga, y expresaría exactamente lo mismo.
P.D: Lo interesante de esta
cinta es que, los personajes, hablan de su futuro, con quién vivirán, se
casarán y como morirán... Desde el presente.
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