Con “Gorrión Rojo”
(2018) me he llevado una grata sorpresa. Fíjate que no soy de ver cine de espías,
también es verdad que, a fecha de hoy, no hay mucho que ver. Un género tan
recurrente antaño, pasó a mejor vida con el fin de la URSS, y las posteriores
cintas no llegaron a los niveles de las clásicas, salvando alguna honrosa excepción
quizás (y me estoy acordando de una, relacionada con un puente). Cuando vi el tráiler
de “Gorrión rojo”, me dije: “Otra Nikita”, y no me llamó demasiado la atención.
Al fin y al cabo, en Badajoz creo que duró poco en Cartelera. Pero hoy me ha
dado por alquilarla.
A Dominika, bailarina
profesional, le hacen la jugada del 13/14. Se rompe la pierna en plena
actuación, y parece ser que no fue fortuito. Con una madre enferma, y a un pie
de quedarse en la calle. Un tío suyo, viva imagen de Putin, la recluta para el
servicio secreto ruso. Ella no quiere, y menos todavía después de un comienzo
un tanto accidentado, pero finalmente hace el entrenamiento (dirigido por una
bruja del copón) que la convierte en un “Gorrión rojo”, una auténtica máquina
de seducir, espiar y matar (exacto, otra “Nikita”).
Una vez preparada, y
bastante deshumanizada, es mandada a una primera misión: La de interceptar a un
espía de la CIA en Hungría, que, aunque está al descubierto, intenta contactar
con un topo en territorio ruso. Y, desde el primer momento, comienza entre
ellos una historia de engaños, mentiras, atracción y deber hacia sus
respectivos países…
No hay comentarios:
Publicar un comentario