“La senda de la estampida” (2017)
es una novela, la primera de hecho, de Eduardo Dávila, amiguete de las redes
sociales y profesor de Geografía e Historia en Extremadura, que me he leído
durante estas Navidades, enganchándome desde la primera página. Y es que, pocas
veces, llegan a las manos de uno, novelas de este tipo, con personajes,
situaciones y giros tan inesperados y buenos, que te apasionen desde el minuto
uno de lectura.
Eduardo ha sabido conjugar todo lo que un
lector desea en poco más de trescientas páginas, presentándonos una muy buena
historia policiaca, con su alto grado de misterio, interés e incertidumbre, que
dura, en una constante narrativa, hasta la última página.
El agente federal y prestigioso criminólogo del
FBI, Harry Dellmonico “Dell”, cumple un destierro laboral en la nevada Alaska,
junto a su compañero Finney. El encuentro del cuerpo de Kenny Wallace,
asesinado brutalmente dentro de los límites del Parque Nacional de Denali,
pondrá a ambos agentes federales en un caso que, lejos de parecer sencillo,
descubrirá una complicada y temible trama, con el telón de fondo de la
inhóspita Alaska. Los agentes deberán enfrentarse, no ya solo a la solución del
asesinato, sino a las terribles condiciones meteorológicas, a una pequeña
comunidad donde todos se conocen, e incluso a la falta de colaboración sistemática
por parte de las autoridades locales que quieren a los federales fuera del caso
de Kenny Wallace…
Novela negra, thriller con todos
los ingredientes, gran puesta en escena y narrada increíblemente bien. Apúntate
“La senda de la estampida”, da para película taquillera y el buen rato de
lectura está más que garantizado.
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