Tras la toma de Toledo, las
debilitadas taifas musulmanas que pagaban “parias” (impuestos, tributos) a los
reinos cristianos, vieron su existencia peligrar. Ante ello, recurrieron a un
nuevo poder emergente en el norte de África, los almorávides, fanáticos
religiosos que pronto cruzaron el estrecho en busca de poder, y de paso,
extender la yihad en la península.
(Dibujo de Pedro Camello)
Recelosos, los unos de otros, se
unieron las taifas de Sevilla, Granada y Badajoz, junto a dichos almorávides,
para luchar contra las huestes castellano-leonesas acampadas a unos seis
kilómetros de la Alcazaba de Badajoz.
(Los Cuatro jinetes del Apocalipsis)
La batalla se desarrolló en la
actual entrada a la ciudad por la carretera de Cáceres, cerca del Fuerte de San
Cristóbal, y en ella, las tropas del rey Alfonso VI se vieron desbordadas por
los musulmanes, más numerosos y organizados, que no solo diezmaron a los
cristianos, sino que atacaron con un grupo de caballería el poco guarnecido
campamento castellano-leonés.
La batalla de Zalaca o Sagrajas
(1086) no fue relevante, de manera generalizada, dentro del marco histórico de
la Edad Media peninsular, pero fue el primer encuentro serio entre las tropas
cristianas y la nueva fuerza emergente musulmana, los almorávides, equipados
con una magnífica caballería ligera y guerreros negros africanos armados con
terribles jabalinas. Se desconoce las pérdidas musulmanas, pero se sabe que las
cristianas fueron más de mil, y que el propio rey, herido en una pierna, salvó
la vida de milagro.
“La batalla de Zalaca (1086)” es
un interesantísimo trabajo realizado por José María González Lanzarote y con
magníficas ilustraciones de G.Moreno, A. Vallespin, y el amigo de este blog,
Pedro Camello (que contribuye con un dibujo de un guerrero). Publicado por
Almena (2016), pertenece a la colección “Guerreros y Batallas” y es, por
supuesto, de recomendable lectura.
(Alcazaba de Badajoz, la batalla se desarrolló enfrente de sus murallas, al otro lado del Guadiana)
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