Jesse
acaba de llegar a Los Ángeles. Está sola, se hospeda en Pasadena, y es un tanto
lela, aunque muuuuuy requeteguapota. Quiere triunfar como modelo. Pronto conoce
a Rudy, una maquilladora, un tanto extraña, que se la lleva a una fiesta de
modelos. Todo muy chic, muy artificial y con más poses que una revista de moda.
Jesse pronto comienza a escalar, social y profesionalmente hablando,
y su hermosura comienza a levantar pasiones, envidias y celos, por todos lados…
El
caso es que llegados a mitad de la película, la cosa comienza a derivar en un
surrealismo total. La situación va cambiando, entre fotografías de portadas de
revista, poses, maquillaje, huesos y diálogos escasos, a una serie de escenas
que superan la rareza, y la dejan muy atrás. La música, parecida a la que te
suelen poner en algunas tiendas de ropa, tampoco ayuda mucho al realismo.
Recuerda a la de “El Planeta Salvaje” (1973). Tienes la sensación de estar en
una mezcla de “Tron” (1982), “La Fuga de Logan” (1976) y la serie “Chocky”
(1984) mientras se debate sobre la belleza exterior e interior, es una “fiesta
de los maniquíes, no los toques, por favor…” con la inquietante presencia de
Keanu Reeves.
La
traca final supera a los cohetes de cualquier pueblo en fiestas. A todo lo
citado anteriormente, sumadle: Necrofilia (en un nivel bastante alto),
asesinato, vampirismo, canibalismo en tercer grado… Estamos que lo tiramos…
¿Grotesca,
absurda y rara de narices? La verdad es que sí. Pero a mí, me ha gustado. La
dejo a vuestra propia elección.
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