“Una
pandilla alucinante” (1987), o “The Monster Squad” es una película que vi
siendo un crío, hace ya treinta años. Esta semana tuve la oportunidad de
adquirirla por cuatro leuros, y aprovechando el sábado lluvioso, y un café
mediante, volví a visionarla con los mismos ojos que la vi la primera vez. O al
menos, eso he procurado.
(Hay políticos que dan más miedo que estos pobres)
Hoy en día, no pasaría un mínimo corte de
calidad cinematográfica, pero, ¿realmente importa? Estamos ante una cinta de
entretenimiento, una de aquellas que alquilabas un fin de semana por 20 duros,
y la veías ocho veces antes de devolverla al video-club.
(Cuanta santa inocencia...)
La trama es bien sencilla. Grupo de amigos,
adolescentes, recién aterrizados en el típico instituto gringo, que recuerdan
horrores a Los Goonies, con todo sus topicazos: “El cebao”, que es como “El
Gordi” de Los Goonies, el chulito algo mayor, en Los Goonies hermano de uno de
ellos y con pañuelo en la cabeza, tan ochentero, y este con pendientes y chupa
de cuero negro, El líder del grupo, la cría pequeña que anda siempre detrás de
ellos, etc etc, falta, si acaso, el chino inventor. Pues bien, estos amiguetes,
aficionados a las historias de monstruos, verán como su tranquilo pueblecito
del medio oeste americano, es invadido por toda una banda de seres monstruosos
y malvados, por cierto, todos con Derechos Adquiridos por la Universal,
encabezados por Drácula, y conformados por un Hombre-Lobo, una cosa rara de los
pantanos (una especie de Kappa japonés, mezclado con Godzilla, no sé cómo describirlo,
pero hay muchos en el Guadiana…), una Momia del Período Medio Egipcio, (más o
menos cuando los Hicsos invaden el Delta), Frankstein, que desde el minuto uno
se cambia de bando (le pirran las crías al muy degenerado), y tres vampiras
petardas que hacen más bien poco.
(Y pensar que YO vestía así en los ochenta...)
Ante este panorama, el grupo de chicos, decide
plantar cara a la invasión de monstruos, con la ayuda de un viejuno alemán judío,
antiguo preso de un campo de concentración. Para ello deberán hacerse con el
medallón de Van Helsing (que pierde el combate contra Drácula en los primeros
minutos de la película) y que una chica Virgen recite un hechizo en alemán, que
abrirá una puerta bidimensional o tridimensional, vete a saber, que se llevará
a Drácula y al resto de seres a un limbo del cual no podrán regresar…
(Frank y sus extrañas obsesiones...)
Entretenida, siempre y cuando consigas verla
con la mente de los ochenta, o con los ojos de un chaval de diez años. No fue
un éxito, y pocos la recordarán, pero he creído oportuno dejar este pequeño
homenaje en el blog a “Una pandilla alucinante” porque este cine para críos,
desgraciadamente, pasó a la Historia, para no volver. Os dejo, de momento, que
se me ha colado un Pokemon en el WC y voy a ver si lo atrapo…
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