(¿Qué era eso, un ovni?)
Mira tú por donde una de esas películas que llamamos, y que viene, con la calificación “de miedo”, pero que no es para tanto. “La bruja” nos presenta a un grupo de colonos, fervientes creyentes (protestantes seguro, anglicanos, anabaptistas… Ni idea, ahí ya me pierdo) que son expulsados y excomulgados de la colonia por unos malentendidos de aquellos que solían tener en esta época, que si Dios esto y Dios aquello… Al caso, como si hoy te botaran de la peña futbolística de tu equipo.
(Jesusito de mi vida...)
El caso es que nuestra familia de colonos,
compuesta por seis miembros (incluyendo un bebé), se traslada a la linde de un
bosque, no precisamente de eucaliptos, de esos que da grima solo orinar en
ellos. Al poco tiempo, el bebé desaparece en extrañas circunstancias, y poco tiempo
después las cosechas comienzan a ir mal, los animales enferman y el ambiente
familiar envilece una barbaridad. Entre tanto rezo, se mete la idea de que
posiblemente el mal los acecha, y justo ahí es cuando llegan las curvas…
(Parece un Caravaggio...)
Con un plano muy sencillo y pocos actores, la
película habla más bien de los miedos, las paranoias y los comederos de tarro
de los colonos. Es más psicológica que terrorífica, (para terror el telediario,
o sin ir más lejos, la cola de un banco). Hay una cabra, negra, a la que yo personalmente
le daría un Oscar a mejor actriz secundaria. Y un final que al maestro Goya le
encantaría.
Os la recomiendo encarecidamente, sobre todo
si os gustan las cabras con personalidad.
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