Andaba yo limpiando el Arenero Real en el Patio-Lavadero (los gatos no tienen amos, pero si sirvientes), cuando oí a Micho maullar, eufórico, desde el Salón. En un primer momento pensé que estaba excitado ante el documental de “La Revolución Francesa” que le había puesto en el Dvd, y que, probablemente, debía estar disfrutando de lo lindo.
Sin embargo, al cabo de dos minutos de largos maullidos, ya me dio por acercarme al Salón, dejando, momentáneamente, mis quehaceres higiénicos-sanitarios. Micho, el gato de elegante frac, el panda felino, estaba sentado sobre sus cuartos traseros en el puff gatuno, y con los ojos como platos, miraba la pantalla del televisor.
- “¿Qué ocurre Micho, disfrutando de Robespierre?”. – Pregunté jovial.
- “No. Mira.” – Ronroneó enigmático.
En la televisión no emitían el dvd (que yo había dejado puesto) sobre el tan interesante período histórico que cualquier gato decente debe conocer, sino que Micho estaba viendo uno de esos programas tontos que emiten por las tardes en Tercera Antena donde van tipos que se sientan en sillas y te cuentan su vida, se insultan, hablan de su sexualidad, intentan arreglar asuntos pendientes con familiares, amigos, etc, mientras una moderadora hace preguntas irracionales que no suelen interesar a nadie… Un tostón de telebasura. Decepcionado con Micho, me giré hacía él en el mismo momento en que maulló: “Es Heracles, está en la tele”.
Efectivamente. Reconocí la voz de mi antiguo monitor de gimnasio enseguida. Estaba sentado en una de esas sillas multicolor, con su maza para abrir nueces a sus pies y su piel de león sobre los hombros (es su traje de los domingos), entre una gótica que mascaba chicle y una ama de casa que se abanicaba sin parar, y mientras le decía a Micho que subiera el volumen, me senté junto a él en la mesa-camilla, aprovechando que el brasero estaba puesto…
Había ido al programa “El Semanario” o algo así, de Tercera Antena, a intentar reconciliarse con su pérfida madrastra, Hera. La cual salía en otra habitación, discutiendo con un realizador. Al parecer, Heracles decía que ya desde pequeñito, Hera le tenía manía, le había intentado matar un par de veces, una de ellas siendo un bebé en la cuna (metió en la misma un par de serpientes que Heracles degolló con facilidad), le había mandado trabajar hasta en doce sitios distintos: Robando bueyes, manzanas, limpiando establos, matando a leones e hidras… Cosas normales (ahora perpara unas oposiciones de Auxiliar Administrativo para la Junta de Extremadura). E incluso había intentado meterse en su vida amorosa. Ante toda esta explicación, la presentadora del programa movía la cabeza alelada, y le decía que, su madrastra, Hera, había acudido al programa, pero que a última hora se había echado para atrás y no quería salir alegando que estaba perdiendo el tiempo, que no quería saber nada de Heracles al que llegó a calificar de degenerado bisexual y que tenía que darle de comer a una manada de pavos que tenía en casa…
-“¿Y Luis XVI y María Antonieta qué?”. Inquirí a Micho sin apartar la vista del televisor.
- “Pueden esperar. “Ronroneó Micho mientras daba, aún, más volumen al televisor.
5 comentarios:
Estos gatos son impredecibles, cuando crees conocer sus gustos, sale con esta historia, no hay derecho.
Un saludo.
Si es lo que yo digo, ya no te puedes fiar ni del gato.
Sieeejjjqueeee...
no seas duro con él... ya tendrá tiempo para revoluciones francesas... jijiji ¿al final salió Hera? ¿se tiraron serpientes a la cabeza? qué qué, cuenta...
Besitos Duncan, una entrada buenísima, como siempre.
Que bajo ha caído esta gente del Olimpo. Ya no son lo que eran jeje.
Hay que ver como nos ha salido el gatito.
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