No tenía muchas expectativas respecto a “Civil War”, película estadounidense de 2024, y no me preguntéis por qué, y mis pocas expectativas se han visto confirmadas cuando he visto la película de Alex Garland, director británico que siempre relaciono con películas de zombies… Bueno, y “Ex Machina”, que me gustó bastante en su día, pero que aquí ha resbalado en un despropósito con un guion, que seguramente parte de una buena idea, pero que es en realidad bastante malo…
La idea de que tarde o temprano estalle una Guerra Civil en Estados Unidos, es un run-run que llevo escuchando desde hace unos años. También lo escucho muy a menudo de España. Sociedades que se han polarizado en los últimos diez o doce años, sin partidos de Centro que hagan pegamento, y sin aparentes puntos en contacto, en común, para cohesionar un país que a la mínima chispa puede irse al carajo.
De momento, es Historia-Ficción, y espero que así se quede, pero no puedo negar que esa idea me resulta atractiva, aunque no morbosa, ojo, no le deseo una Guerra Civil a ningún país, porque es algo que a pesar de que a nosotros nos sucedió hace casi noventa años, sigue más viva que nunca en nuestra sociedad, y posiblemente no haya guerra peor que la que es entre hermanos, primos, amigos y familia en general.
Desde hace unos pocos años, una serie de grupúsculos socio-políticos piden la Independencia de Estados como California o Texas, en Puerto Rico hay un minúsculo grupo que se atreve a pedir que la Isla sea CCAA española, abandonando su estatus actual.
En la película tenemos una Guerra Civil que enfrenta a los estadounidenses, pero no se nos narra como se ha llegado a ese punto. Los Estados de California, que es muy progresista, y Texas, que más bien es nada progresista, se han alzado contra el Gobierno de Washington, y bajo una bandera de dos estrellas, luchan contra las Fuerzas Leales al Gobierno del Presidente de los Estados Unidos, otros Estados, como Florida, lideran otra fuerza de choque, debilitando cada vez más al que suponemos Gobierno legitimo de la Nación.
Bajo esta tesitura, tenemos a un grupo de periodistas: Lee Smith, que es el papel de Kirsten Dunst, una periodista que ha llegado a ser lo más en la profesión y que va de capa caída. Jessie, una joven fotógrafa que en la era digital lleva una cámara analógica de hace 20-30 años y que revela sus propios carretes en un kit portátil de la Señorita Poppins, temeraria como ella sola. Joel, un periodista que se cree que todo es un juego, empatía cero, y que se toma todo a juerga. Y Sammy, un orondo y viejuno periodista a punto de jubilarse, que, en cuanto lo ves, dices en voz alta: Me apuesto 20 pavos a que a este se lo cargan. Y ganas.
La idea es llegar hasta Washington D.C para ver al Presidente en las últimas. Las gloriosas y vencedoras Fuerzas Occidentales avanzan sin mayores complicaciones bajo la bandera de las Dos Estrellas, sin ayuda de drones, ni de B-29 recauchutados, ni siquiera algún misil tierra-tierra o una pequeña bombita nuclear para animar el cotarro, sin cavar trincheras y a pecho descubierto, y nuestros amigos inician una aburridísima Road-Movie, mientras el espectador se pregunta de qué va la guerra, al menos que te lo expliquen, en la que vemos que los periodistas solo buscan el sensacionalismo, el morbo barato, la mejor fotografía y llegar a un nivel empático cero… Y al ser posible, sin casco en la cabeza, sin antibalas y a pecho descubierto también, que para eso somos periodistas y las balas pasan rozando por aquí y por allá.
Prácticamente desde el principio, ya no te la crees. Hay un intercambio de periodistas con el coche en marcha, que me ha parecido absurdo. La actitud de Joel todo el tiempo, con remate en el minuto final, le ha faltado cantar “La vida es una tómbola” de Marisol por el camino. Virginia Occidental pasando de la Guerra. Música que no pega ni con Super-Glue. Planos que parecen sacados de un video-juego. Conversaciones espesas, aburridas, que te llevan al bostezo en apenas unos segundos… Y si tuviera que destacar una escena, aparte de una en la que tienen a dos tipos ensangrentados colgados en una gasolinera, es la del primo perdido de Matt Damon, Jesse Plemons, que aparece enterrando cadáveres de civiles con cal viva, se merienda a dos periodistas chinos que también se creían que la guerra era un cachondeo, y con una bala póstuma se carga a Sammy en una puesta en escena que es la única que me ha llegado a ponerme incómodo por el grado de fatality que tiene el tipo.
Los minutos finales, el Asalto a una Casa Blanca donde solo resisten cuatro soldados leales, el servicio secreto y donde Lee encuentra la muerte de la manera más tonta, por culpa de su joven discípula, solo te deja bostezando aun más, porque sabemos perfectamente que son monstruos, y si llegan a ser mantis, se comen la cabeza allí mismo. El Presidente ha caído ejecutado, los soldados se hacen fotos con el cadáver, igual que los partisanos con Mussolini, y recalcas que la idea puede ser buena… Pero les ha salido un truño de dimensiones colosales.
En definitiva: A mi me gustaría saber la opinión de esos periodistas que cubren la Guerra de Gaza, la de Ucrania, la de Siria, o cualquier otro conflicto, sobre estos cuatro elementos que se mueven por “Civil War”, y que me dijeran si esto es creíble… Porque si lo es, y yo estoy equivocado, cambiaría el 4 de nota que le voy a poner a la hora y cincuenta minutos de metraje, y me desdiría de todo lo que he dicho. De momento, no le cambio una coma.
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