Dentro del panorama
cinematográfico patrio, el conocido como “Cine Quinqui” marcó un antes y un
después en la España de finales de los Setenta y principios de los Ochenta.
Películas como “Perros
Callejeros” (inolvidable banda sonora que me persiguió toda mi niñez),
“Navajeros”, “El Pico” o “Yo, El Vaquilla” poblaban, entre otras muchas (sobre
todo de americanos ganando La Guerra de Vietnam a toro pasado) las estanterías
de los video-clubs, que, llenos de clientes morbosos, se tragaban las peripecias
de los bandoleros de última hornada, que, (Ojo, Spooooilers), no acababan
precisamente con un final feliz.
Después todo aquello pasó.
Supongo que la heroína dio paso a otras drogas menos letales, menos chocantes
en la metodología administrativa, y las navajas y los atracos a estanqueras,
farmacias y bancos fueron pasando a la historia a la par que los cementerios se
llenaban de algunos cadáveres demasiado jóvenes…
Por todo ello, y en un delirio
nostálgico de aquellos días (en mi Badajoz natal fueron muchos los que cayeron
como moscas por la heroína, y no fueron menos los navajazos), encontrarme con
una película como “Las Leyes de la Frontera” (basada en un libro de Javier
cercas que no me he leído) ha sido para mí como volver cuarenta a los en el tiempo
y recordar algunas de estas leyendas que solían contarse, vivirse y oírse en
nuestras calles, y que repito, acababan mal.
“Las Leyes de la Frontera”
(Netflix, 2021) nos lleva hasta Gerona, a la España de finales de los Setenta,
con una transición en boga y canales en blanco y negro.
Ignacio (alias “Gafitas”) es
un chaval, que, en pleno verano sufre el acoso de los chicos del barrio. Acude
a los recreativos y al cine. Tiene una hermana con la que se lleva regular y
unos padres, típicos y tópicos, que están pendientes de él, pero que no se
enteran de la misa a la media. Un buen día, dos quinquis del barrio (Zarco y
Tere) se presentan por los Recreativos. Ignacio pronto se fija en la chica,
Tere, y su atracción por ella hace que se vea envuelto en robos y atracos
perpetrados por la banda de Zarco, que según va pasando el tiempo van subiendo
de nivel en sus golpes mientras que la policía los sigue de cerca…
Con dos horas de duración,
puedo decir orgulloso que no le quitaría ni un solo minuto de metraje. Es una
película que he disfrutado de principio a fin, bien ambientada, con buenas
escenas de acción, y que me ha traído recuerdos (no de los atracos, pero si de
un cine que creía desaparecido).
Por todo ello, no me queda otra opción que recomendaros la película, la cual la considero muy disfrutable y muy interesante a la hora de recordar una parte de aquella sociedad de hace cuarenta, casi cincuenta años…
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