Queda dicho, por descontado, que la entrada que viene a continuación
tiene spoiler y revelaciones para parar un tren sobre la película comentada…
Avisado, avisada…
Con
doblaje hispano-americano, algo que no me importa lo más mínimo, he visto “Vivo”
(Netflix, 2020), película surcoreana de zombies, como no podía ser de otra
manera, ya que los coreanos se han especializado en la temática zombi desde
hace muchos años, y se han convertido en unos verdaderos maestros de los virus
que te transforman en una masa sanguinolenta de furia caníbal, ojos en blanco y
tripas al aire libre…
En
“Vivo” nos encontramos lo mismo de siempre: Virus desconocido y no se sabe ni
se explica de donde ha venido, ha transformado en zombies a vecinos y
parroquianos que se dedican a morder y a propagar con sus mordidas, la
enfermedad zombi por todo Seúl.
Un
chaval, John Woo soba en su pequeño apartamento de 45 m2, compartido por madre,
padre y un número indefinido de hermanos o hermanas que no viene a cuento. El
caso es que al despertar, mientras aún se rasca los huevos, se desata en la
calle una auténtica Cabalgata de Reyes de mordidas, gritos y carreras alocadas.
El joven Woo se parapeta en casa, a la espera de acontecimientos, mientras los
días pasan, la comida escasea y pierde seguidores en YouTube y Twitch, que es
lo que más le enloquece sin duda alguna.
Tras
algunas experiencias desagradables con zombies, y tras algún proceso de locura
temporal, decide ahorcarse en el salón de casa. Cuando lleva cinco minutos
colgando del cuello, dando patadas en el aire y poniendo muecas raras, un láser
rojo le indica la palabra “No” en la pared, como verdad relevada por alguna
entidad exterior. Dicha entidad resulta que es una chica, que vive frente a su
apartamento, y que tras un mes y medio de silencio absoluto, ha decidido
pronunciarse harta de ver a Woo hacer el gilipollas.
Kim
Yoo-Bin, que es la chica, mantiene una relación de supervivencia con Woo, que
pasa por vuelos en dron, miraditas con prismáticos, charlas absurdas por
radio-control (también conocido como Walkie-Talkie) y temor por unos zombies no
tan temibles como en otras películas de semejante catadura.
El
tema es que ambos llegan a juntarse, y en su huida a la desesperada, logran
encontrarse con un loco que retiene a su mujer zombie en casa con un correaje
de perro, a la cual saca a mear a medianoche cuando se aburre. Tras sobrevivir
a dicho encuentro, la joven pareja, que tiene menos química que una lechuga
beduina, logra llegar a una azotea donde son rescatados por un helicóptero cuyos
soldados lanzan 500 balas por minutos para dejar aturdidos a una masa de
zombies de segunda división.
El
helicóptero se aleja mientras que la señal de teléfono se restablece y se
escuchan las noticias de Antena Tres de fondo. Fin.
Resumiendo:
Interesante por la visión de un personaje, una pareja después, en el típico mundo
apocalíptico que azota Corea cada mes y medio. Nada de grupos y caídas en
combate por el camino. Es entretenida por ese aspecto y porque no se oculta que
el protagonista tiene pocas luces. Por otro lado, es más de lo mismo, y fácilmente
olvidable.
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