Estamos en la década de
los 20. Vita Sackville-West es una joven que comienza a publicar, disfrazándose
de hombre en Francia para ello. Virginia Woolf es una escritora reconocida, de
la alta sociedad británica, perteneciente al selecto “Círculo de Bloomsbury”,
ambas se conocen en una fiesta de disfraces, y pronto se sienten atraídas, iniciando
una relación, que chocará en una sociedad bastante rígida.
Ambas se admiran
mutuamente, y la relación es ciertamente poética. El trastorno mental que
sufría Woolf pasa por la película como algo casi sin importancia (en un principio), casi como
algo “Superguay”, cuando era algo que, en la vida real, la marcó muchísimo
(acabaría depresiva, y suicidándose tras tirarse a un río, con los bolsillos
llenos de piedras). La cinta es un tanto teatral en sus actuaciones: Los planos
muy visuales, muy estudiados (de ahí que me recuerde, a ratos, en una obra
teatral). El vestuario, la leche (dudo mucho que en la década de los 20,
vistieran así), y lo que me ha dejado descolocado ha sido la música, un tanto
techno, casi de discoteca de Ibiza a las tres de la mañana.
De esta relación que no
duraría mucho, aunque si la amistad de ambas, nacería “Orlando”, una de las obras
maestras de Woolf, donde reflejaría gran parte de su relación en la trama del
libro.
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