El Xilófono

…El xilófono llegó, de regalo, con el curso CCC de “Aprenda a tocar el xilófono en ocho meses: Una profesión con futuro”, y con el se esfumaron 135 euros a contrarembolso, la boina negra con la estrellita roja, y el cd de Billie Holidays que pensaba regalar por Reyes a Michel.

De todas maneras, Michel ya había confesado su predilección por el xilófono, y no quería que le regalara nada por Reyes, ya que según él son unas fiestas monárquicas, de costumbres ancestralmente capitalistas. “…Sino aguanto a un rey, imagínate a tres, no me fío de ellos, quieren reinstaurar el Antiguo Régimen con el beneplácito de El Corte Inglés y Coca-Cola…”, había ronroneado mientras leía con aire descuidado, en el sofá del salón y coronado por sus “gafitas de ver de cerca”, el último fruto de Punset publicado en el XL Semanal del pasado domingo. El caso es que la semana pasada quemó unos toscos dibujos de sus Majestades de Oriente, boca abajo, perpetrados por él mismo, junto al naranjo de las Libertades Felinas en un acto de Gato Borroka reivindicativo y republicano.

Así que la primera semana del nuevo año comenzó con pequeños intentos xilo-musicales, banales, regados de conversaciones sobre las primeras elecciones autonómicas del Patio-Lavadero que se van a celebrar el Uno de Marzo, y donde Michel parte como único candidato de momento, sobre Dalí y el aniversario de su fallecimiento, sobre Arco (la feria de arte) que la tenemos en tres semanas y que trae como país invitado a India, y sobre la posibilidad de dar un bote fugaz, los dos, Michel y yo como dúo neodadaista de performances varias, momentáneamente lejos de la fauna provinciana, a Madrid, a enriquecernos un poco más en compañía de nuevos artistas, con nuevas obras…

Lo malo de ser un gato y querer aprender a tocar el xilófono es que no puedes coger correctamente las baquetas. Bueno, para ser sinceros, directamente es que no puedes cogerlas. Las patas gatunas no fueron concebidas para asir un par de palitos y tocar, con la maestría de Thelonious Monk, las diferentes teclas metálicas. “Son coisas del mercado”, ha afirmado Michel en un par de ocasiones. Así que lo que ha decidido hacer es tocar directamente el instrumento con sus patas, como un huraño xilofonista, busca la inspiración en las ventanas del Salón que le traen luces de neón, caótico ruido urbano, flautistas con pupilas en forma de reloj de arena y patas de cabra e historias de tipas que se enrollan con tipos transformados en cisnes, en lluvia, y otros que les da por devorar a sus hijos, como está el barrio…

Las notas musicales fluyen, a veces caóticamente, experimentalmente, y Michel entra en un autentico éxtasis musical, sus patas buscan la inspiración xilofónica en las diversas teclas metálicas, coloreadas, con la única compañía de su Bloody Mary bien cargadito y la niebla londinense que nos atrapa durante todo el tenue día de enero, mientras en algún lugar de su felina mente, recóndita, maquina su campaña electoral para el Patio-Lavadero…