Micho I de Gato se estiró en su puff y abrió la boca con aparente cansancio. Cuéntame una historia Duncan, me pidió mientras yo me servía la segunda absenta de la tarde y ponía en la cadena musical el cd “A Love Supreme”, de John Coltrane, que había comprado aquella misma mañana…
Está bien Micho, le contesté con la característica sonrisa de la absenta en mis labios. Te contaré la historia de la ninfa Anuí y mi diosa Atenea…
“…Cuenta una antigua leyenda extremeña, que a orillas del Guadiana, cerca de la alcazaba árabe de Badajoz, vivía una bella ninfa, rubia como el sol, hija del mismo inmemorial río. La ninfa, llamada Anuí, llevaba varios días, con sus noches, llorando triste y desconsolada, sin motivo aparente, y su propio padre, el Guadiana, no sabía acallar los llantos de su hija para trocarlos, como antaño, en risueña risa, alborozo, júbilo y alegría…
Anuí, de ojos grises, no paraba de llorar y llorar, entre puchero y puchero, con ahínco sollozaba y maldecía su triste suerte. Tal fue aquella lastimera pena, que de la plañidera ninfa se compadeció la divina Atenea, nacida de la cabeza de su padre, que curiosa y decidida, bajó del mítico Olimpo hasta aquella orilla del Guadiana, al pie de la alcazaba.
- ¿Cuál es tu pena?, ¡Oh, Anui, etérea hija del Guadiana!, ¿Qué congoja puede tener una dríada, una náyade que es torbellino en las barbas de su padre?, inquirió la deidad nada más presentarse.
- ¡Oh, Atenea, divina consejera!, acertó a decir Anuí mientras se quitaba una lágrima de plata de la mejilla. ¡Es tan grande mi pena!, ¡Es tan triste mi destino…!.
- Habla, pues, ninfa potámide (ninfa de río), ¿Qué es esa queja que te atenaza la esencia?, pidió la glauca Atenea. Y si puedo, liviano haré el dolor, la amargura y tu pena.
- ¡Ay, mi diosa Atenea!, gimió la ninfa. ¡Ay, qué grande es la pena de la que tiene lecho, y no tiene quien la proteja!. Pues yo quisiera, musitó Anuí… A mi lado, una pareja, que me quiera todo el día, que sea altivo de porte y firmeza, enigmático, ágil, hábil, astuto, inteligente, pulcro, aristócrata, una fiera… ¡Qué me quite la angustia y la condena!, de divinos ojos, que me escuche, que me acompañe en las noches contando estrellas, que dormite siempre a mi vera…
- ¿Eso es todo?, preguntó perpleja, la diosa Atenea.
- Bueno, se ruborizó la picara Anuí, y que tenga una buena cola… Levantada cada vez que me vea…
- Tu pena es fácil, ¡Oh, pequeña Anuí!, de aclarar con ligereza. ¡Ea!, ¡Aquí tienes a tu pareja!, clamó majestuosa Atenea.
Y, junto a la sorprendida ninfa, la olímpica Atenea, hizo aparecer a la anhelada pareja que la acompañaría hasta el ocaso de la tierra: Un minino, que nada más verla, le maulló sibilino, lleno de gozo pero con cierta pereza…”
P.D: "La Ninfa Anuí y la Diosa Atenea" es uno de mis Relatos Cortos Inéditos que esperamos sacar a la luz antes de que acabe el año. Espero que, como a Micho, os haya gustado.
10 comentarios:
Vale se quedó sorprendida, pero... ¿Qué dijo después? Jajajaja.
Por cierto, me gusta la nueva decoración.
Creo que Anuí se quedó tan estupefacta que no dijo nada más. Además, ¿Has intentado alguna vez corregir a una diosa del Olimpo Carls?, no es nada recomendable...
Qué poca empatía la de Atenea, pobre Anuí, ha sido muy clara en su petición y la diosa lo ha interpretado con mucha maldad. Que no se ofenda Micho pero la cola del gato no es la que anhelamos las ninfas.
es lo que tiene pedir deseos, a veces no se cumplen exactamente como uno desearía.
Lindo día...
Pasaba por estos lares y al ver la puerta abierta entre a saludarte..
Ha sido un placer leerte.. buena semana
Pues yo que creia que las ninfas eran unos pajaros parecidos a los loros.jejejeje.
Ah, que tu no te refieres a esas!. Te estabas refiriendo a las Nayades, y no conoce Duncan a ningun sátiro lujurioso que presentarle??????.
Por cierto Duncan de esas diosas suge el termino ninfomanas.....Eso da que pensar.
Me he reído con tu cuentecillo, Duncan. Me imagino que los gatos se ríen cuando nadie les ve. Lo de la cola levantada... me ha llegao al alma.
Siento por mis venas el caudal de los sentimientos, que me llevan a reposar en el remanso de hay en tu espacio, atrayéndome como una ventana muda, donde la poesía, relato, comentario o vivencia, tiene el suficiente conocimiento para partir por la inmensidad del universo donde florecen las encinas...
Guiada por la estrella del horizonte, me voy encontrando con la mies cultivada que va surgiendo en cada encuentro.
Gimen los violines y sollozan las sombras al despedir este instante porque no recuerdan que he prometido regresar...
María del Carmen
Creo que Atenea lo ha hecho con toda la mala leche de la que es capaz una diosa, jejejeje.
Me ha encantado.
Besos
Es que yo no tengo ese tipo de tratos con la autoridad celestial jajaja.
Publicar un comentario