Es innegable. Hace cuarenta años, Eddy Murphy lo petó con “Super Detective en Hollywood”, que es como conocimos en España la película cuyo protagonista, Axel Foley, era un verborreico y muy especial policía, que no paraba de parlotear y era capaz de convencer a cualquiera de lo que él quisiera, hasta lograr sus objetivos, mientras que una pegadiza banda sonora lo acompañaba en sus delirios, y acciones, no siempre dentro de la Ley.
Tal fue el éxito del personaje, que la película tuvo tres partes: En el 84, 87 y 94, esta última no tuvo tanta acogida como las primeras y el personaje y la franquicia han estados dormidos, aparcados, hasta este 2024… Año en que ha llegado la cuarta entrega, treinta años después.
Vamos a hablar, muy brevemente, eso sí, de “Superdetective en Hollywood: Axel Foley”
Como fan del personaje y de las películas, incluyendo la Tercera, tengo que reconocer que me dejé una pasta en alquilar las películas de Axel Foley en su día en aquellos videoclubs del barrio. Y como tal fan, no podía dejar escapar la oportunidad de ver una nueva entrega de uno de los policías más icónicos de Detroit, y digo uno de ellos, porque recuerdo a otro de aspecto metalizado que también hizo que el videoclub pusiera mi nombre a uno de sus pasillos.
La verdad es que no esperaba mucho de esta película, porque he pensado que podría ser una grandísima cagada, pero tengo que reconocer que nada más lejos de ese primer pensamiento, me ha tenido bastante enganchado de principio a fin, y he vuelto a disfrutar de un personaje ya sexagenario que sigue teniendo la misma chispa de entonces, a pesar de los años, y me ha quedado un buen sabor de boca.
Quizás sea que para esta cuarta entrega no se han andado por las ramas: Han recuperado a gran parte del elenco de secundarios de las primeras partes, que tienen su ratito de gloria, la banda sonora original, algo del tufillo ochentero con verborrea incluida, y un caso muy del estilo Foley, sin andarse por las ramas, con un Kevin Bacon haciendo de Malo Malote, que es algo que él hace con total naturalidad, y que a pesar de ser una trama de polis corruptos y con tratos con el narcotráfico, lo hace creíble.
En la narrativa: Foley es requerido una vez más para un caso en Los Ángeles, esta vez por parte de su amigo Billy, que le advierte de que su hija Jane, abogada defensora de un dudoso caso, y que no se habla con su padre Axel desde hace años, corre peligro.
Antes de que Foley llegue a Los Ángeles, Billy es secuestrado, y Axel deberá retomar contacto con su hija e iniciar una investigación que les llevará a un caso de policías corruptos, dirigidos por el Capitán Grant (Kevin Bacon), con tratos dentro del mundo del narcotráfico, y que están relacionados con el tema judicial que defendía Jane y por el que sufre amenazas.
A la par, un antiguo noviete de Jane, el Inspector Bobby Abbott, se les une en una trama, que, como os decía anteriormente, parece estar hecha para no defraudar a los más nostálgicos de las primeras películas. La historia, y la propia película, no arriesgan en ningún momento, no tiene todo el tono cómico de las primeras, va a lo seguro y sin sorpresas, pero se ha dejado ver a lo largo de su metraje de una hora y cuarenta minutos.
En definitiva: Todos están más viejunos, más gordetes y quizás este tipo de películas y guiños no convenzan a los más jóvenes, pero a mi me ha vuelto a recordar a aquellas tardes de películas alquiladas en el videoclub, comentadas posteriormente con los chicos del barrio, y la verborrea imposible de Foley sigue, de momento, por ahí. Ya no hay bandas con radiocassetes, chupas y pelos largos, lógicamente, pero la esencia es lo que me hace darle un 6 de nota. A mi, me vale.
Si no has visto las anteriores, yo te aconsejaría que lo hicieras, para poder entenderla en su conjunto… Lo dejo por aquí.
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