Dentro de la colección “Clásicos Manga”, publicados por Norma, el más raro de todos es este. Y por raro, no quiero decir que sea malo, sino que, en mi ignorancia, siempre pensé que “El libro de la Selva” (1894) de Rudyard Kipling era simplemente el relato de Mowgli, el famoso niño indio criado por lobos, por el oso Baloo, y la pantera negra Bangheera, y es mucho más.
Compuesto por siete cuentos, tres de ellos dedicados a Mowgli, “El libro de la Selva” (Norma, 2019), con dibujo de Julien Choy, y adaptado por Crystal Chan (no sé si bien adaptado, o no, porque como tengo que reconocer, no me he leído el libro original), es un manga muy entretenido, que recoge en sus tres primeros libros la historia mencionada de Mowgli, mientras que la cuarta es la titulada “La Foca Blanca”, que trata sobre una foca que busca durante gran parte de su vida, un lugar, una isla donde no haya humanos que las maten. El quinto libro, “Rikki-Tikki-Tavi”, me ha parecido una deliciosa historia sobre la relación entre una mangosta, recogida malherida, y los humanos que la adoptan como parte de la familia. El sexto, “Toomai, el de los elefantes”, tiene cierto parecido a Mowgli, por la relación de un pequeño niño y los elefantes, por esa conexión- niños-animales salvajes. Y el séptimo y último libro, “Los sirvientes de su majestad”, es un gracioso dialogo que tienen los animales pertenecientes a la compañía del ejercito inglés en la India.
Entrelazados con las
historias, hay una serie de canciones y poemas, relacionados con la historia
que toca en ese momento. El libro supera ampliamente las trescientas páginas, y
al final del mismo, tanto el mangaka Julien, como Crystal Chan como guionista,
nos dan algunas claves, a través de sus comentarios, del desarrollo del cómic.
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