Dentro de la magnífica
colección que Planeta Cómic le está dedicando a toda la obra del gran maestro
mangaka japonés por excelencia, Osama Tezuka, y que ya supera la veintena de
títulos, tenemos este fenomenal “Don Drácula” (Planeta Cómic, 2022), un cómic
de tapa dura, algo que caracteriza por cierto a toda la colección, y 578
páginas de vampirismo visto bajo el peculiar prisma de Tezuka.
Los vampiros fueron una constante en muchos
mangas de Osamu Tezuka. El interés por estos monstruos clásicos, y otros por el
estilo, venía por la proliferación de revistas y cómics estadounidenses
dedicados a ellos, como “Creepy” o “Tales from the Crypt”, que el mismo Tezuka
posiblemente conoció, además de por el incremento de películas basadas en esta
temática a finales de los setenta, y que compartían el interés del publico con
otros géneros, como la Cine de Ciencia Ficción, algo que el propio Tezuka reconoce
en el epilogo de esta obra.
En este cómic concreto, se nos presenta a “Don
Drácula”, una versión del personaje de Bram Stoker, que, por motivos no muy
bien explicados, lo encontramos viviendo en Japón, junto a su hija Chocola y su
fiel criado y servidor Igor. Compagina sus labores de vampiro, con la
protección, cuidado y educación de su hija, así como evitar que caza-vampiros
como el Profesor Helsing, que sufre de hemorroides nerviosas (lo que hoy
llamaríamos “Colon Irritable”), y otros personajes, perturben su inmortal vida.
La narrativa, es muy curiosa, pues pasa con
mucha facilidad del humor al más puro drama. A Don Drácula le pasan cosas muy
graciosas desde el punto de vista del lector, y él llega casi a romper la
cuarta pared, pues sabe y reconoce en una de las viñetas, que es obra en
realidad del propio Tezuka, el cual, por cierto, sale autorretratado en al
menos una viñeta de toda la obra, junto a un personaje secundario.
La personalidad del
protagonista, Don Drácula, es a veces piadosa, y a veces muy cruel (sobre todo
en un episodio relacionado con unas crías de Oso Panda y Tigre), y el propio
Tezuka parece no estar bien informado, en realidad, de las características de los
vampiros: Cree que todas las cruces afectan a Drácula, o que la simple agua de
un grifo o de la lluvia, pueden acabar con los vampiros. Igualmente, es muy
curioso, como en una de las historias habla de la Historia reciente de Rumania,
y afirma que fue bombardeada por ingleses y franceses en la Segunda Guerra
Mundial.
El dibujo, y el
desarrollo narrativo, pasa de lo más simple y sencillo, (a mi me ha llegado a
recordar a veces a ciertas viñetas humorísticas de “Olaf el Vikingo”), a un
dibujo y un guion más rebuscado y retorcido en sus últimas tres historias.
Tiene, además, mucha crítica social, sobre todo hacia la clase política
japonesa del momento, a la dependencia del dólar y de los Estados Unidos (algo
que, igualmente, se repite mucho a lo largo de muchísimos de sus mangas), y
guiños a lectores de revistas mangas del momento, como “Champion”, que fue
donde se publicó originalmente el cómic.
El final corta por lo
sano, dejándonos para siempre el vacío al futuro de los personajes, de lo que
nos deja huérfanos y no nos da más referencias que un simple final.
Y, para concluir, el epilogo del tomo, que siempre me hace mucha gracia, porque tanto Tezuka Productions como la propia Planeta Cómic, salen pidiendo perdón por como el autor dibujaba a ciertos colectivos, hoy muy ofendidos por lo publicado, hace cincuenta años. La Inquisición, más viva que nunca. Entrañable, y muy recomendable.
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