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martes, 18 de enero de 2022

Archivo 81. Primera Temporada (Netflix, 2021)

 

        Revelaciones, spoilers, como queráis llamarlo… Vienen por un tubo, así que advertidos quedáis…

 

         “Archivo 81” (Netflix, 2021) es una serie de ocho episodios en su Primera Temporada, y espero que no sea la última, en la que me han vendido desde el primer día que era de terror.


          Nada más lejos de la realidad, de terror nada. Ni escalofríos, ni sustos, ni sobresaltos que valgan. Tiene algo de suspense, intriga, y muchas vueltas y vueltas, que hacen que el argumento se vuelva retorcido por momentos, pero sin llegar a los niveles de que te vaya a explotar la cabeza.


       Me ha recordado a ratos a películas como “Tesis” (en su primer episodio), “Shutter Island” (2010), o “El proyecto de la Bruja de Blair”, que casualmente, se nombra en uno de los episodios.

       En la narrativa, tenemos en los años noventa, a Melody, una joven que investiga un edificio, el Visser, que ardió durante los años veinte llevándose a todo el mundo por delante y que fue rehecho. Los habitantes del edificio son raros raros raros, pero ella, cámara en mano, lo va grabando todo, hasta cuando mea.

       En el presente, Dan, un joven afroamericano, se dedica a digitalizar películas antiguas de dvds, y es contratado por un tal Davenport para digitalizar unas tropecientas mil cintas que guarda en una casita de campo con sus rutinarias 55 cámaras de vigilancia, y con menos cobertura que un pueblo de Extremadura.

       Pronto, Dan descubre que las cintas cuentan la historia de Melody, paso a paso, pues esta chica dormía, comía, se duchaba con la cámara en la mano y grababa absolutamente todo (como os decía) lo que sucedía en el edificio, descubriendo que allí había establecida una secta loca, adoradores de Vega de “Street Fighter”, que quieren traer a este plano existencial a un demonio sumerio o algo parecido, que ríete tú de Gozer de “Los Cazafantasmas”, y que para ello necesitan hacer un sacrificio (por eso es mejor perder la virginidad cuanto antes, por si te secuestra una secta de estas raras y te exigen el carnet de pureza mediante). Y, a la vez, el pobre Dan, que no gana para espantos (se tira seis episodios con cara de estreñio), descubre que su padre era el psiquiatra de Melody, y que estaba metido hasta las cejas en toda la historia que él está visionando…

      El caso es que pasado y presente se juntan, tipo “Ghost”, pero sin hacer cuencos de arcilla, y Dan y un colega friki gordo, que milagrosamente no se cargan nada más aparecer, investigan, tiran de hilos, y descubren todo el pastel en una serie que bien podría haberse llamado “Sectas, tarados y cintas de vídeo”, y hubiera molado más que “Archivo 81”, que suena más a cafetería indie o incluso a biblioteca alternativa…

       Resumiendo: Estamos ante una serie interesante, que retoza mucho en su metraje, haciéndose a ratos larga de cojones, y abriendo muchos hilos argumentales, que, a la hora de la verdad, resulta que son simples distracciones para el final que nos espera. Deja la puerta abierta claramente a una Segunda Temporada, que, de estrenarse, ya puede tirar cohetes y hacer piruetas y triples mortales, porque creo que “el pescado está revendido”, y la originalidad podría echarse de menos sino juegan bien sus cartas… Vedla, y me decís.

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