Una polémica con la actriz, y productora estadounidense, Sydney Sweeney,
a raíz de un anuncio de vaqueros, me ha recordado que hace unos meses, cuando
vimos y comentamos la película “Winner”, os prometí una reseña sobre la
película “Reality” (2023), que está protagonizada por la mencionada Sydney
Sweeney en el papel de Reality Winner, aquella funcionaria de las Fuerzas
Aéreas estadounidenses metida a la Agencia Nacional de Seguridad, que hablaba
árabe, pastún y algún idioma más, y que en 2017 filtró información calificada
como secreta sobre las injerencias rusas de Putin en las elecciones
estadounidenses, que se negaron, después se confirmaron, pero que a ella le
costó unos pocos años de cárcel por espionaje.
Cuando vi “Winner” comenté
que mi intención era ver esta “Reality” para hacer una reseña complementaria,
pero se me fue el santo al cielo y lo he ido dejando pasar bastante tiempo,
hasta hoy.
El caso de Reality Winner
ya está olvidado, pero dio mucho juego en su día, con artículos, obras
teatrales, un documental y un par de películas. Lo primero que os tengo que
decir es que, si ves “Reality”, así a bocajarro, no te vas a enterar de la misa
la media, y que, una vez vistas las dos versiones, yo recomendaría ver primero “Winner”
y después “Reality”, que parece más bien un spin-off de la primera, siendo esta
más antigua, y basándose solamente en el interrogatorio que le hicieron a
Reality en su casa por parte del FBI, algo que en “Winner” está narrado en tres
minutos y de una manera bastante… Muy distinta.
Aquí, para la realización
de la película, se han usado las transcripciones de las grabaciones que realizó
el FBI durante el interrogatorio a Reality.
Con un metraje de una hora
y cuarto, si no has oído hablar nunca del caso, vas a estar más perdido que el
barco del arroz (como decimos por Extremadura), y hasta el minuto 50 no vas a
hilar de que va el tema, que es cuando los dos agentes del FBI después de estar
hablando de jodiuras, van a poner las cartas encima de la mesa. En caso contrario,
vas a ver a tres actores en plan muy teatral.
“Reality”, dirigida por
Tina Satter, tiene agentes del FBI desde el minuto uno en escena, pero no te
vas a encontrar persecuciones, ni tiros, ni explosiones, es simplemente, palabra
por palabra, la transcripción del interrogatorio del FBI a la excontratista de
inteligencia Reality Winner.
Una conversación de tres personas, de vez en cuando
aparece un cuarto que no se lleva más de dos minutos de gloria, que convierte
una conversación aparentemente pacífica y tranquila, superflua, en una lucha
mental donde la protagonista, que, a veces, parece estar como una cabra en
bicicleta, juega sus cartas en una partida que sospecha acabará mal, para ella,
como finalmente ocurrió.
En la trama, pues, es el 3 de junio de 2017.
Reality Winner, una joven traductora de idiomas que trabaja para un contratista
de la Agencia Nacional de Seguridad, llega a su casa en Augusta, Georgia, y se
encuentra con dos agentes del FBI en su jardín.
La vaina comienza como un diálogo sobre perros,
gatos y crossfit mientras le revuelven la casa en busca de armas de destrucción
masiva, plutonio, o cuerpos alienígenas escapados del Área 51.
Hasta que, después de 50 minutos dando vueltas
alrededor de la más absolutamente nada, los agentes revelan que están allí
porque Reality ha filtrado a la prensa un documento clasificado sobre la
injerencia rusa en las elecciones estadounidenses.
Los tres actores, de pie todo el tiempo, tienen a
la cámara encima todo el tiempo, en planos muy cercanos, muy cerrados, pero
aquí no hay malos rollos, solo preguntas amigables, triviales, algunos cortes
que evocan censuras, tachaduras en ese registro que se transcribe en la
película, “Verbatim Cinema” que le llaman a este tipo de transcripciones sin añadidos
al guion, sin colorantes ni edulcorantes, tal cual fue. En realidad, repito, “Reality”,
es un complemento para el que conoce o ha seguido el caso.
Con la colaboración de la propia Reality Winner,
que ya salió de la trena, la película se rodó en 16 días, entre mayo y junio de
2022, en Staten Island y Yonkers (Nueva York), haciéndose una recreación
minuciosa de la casa de Reality Winner tal cual era, absolutamente todo, copiando
hasta la matrícula del coche que tenía. ¿Cuánto costó y recaudó? Ni idea, pero
tampoco creo que tenían eso en mente.
En definitiva: Creo que la enteréis mejor, repito,
si veis antes “Winner”. “Reality” solo se basa en el hecho concreto del
interrogatorio y “Winner” en prácticamente la vida de la protagonista desde que
era una cría, sus padres, su hermana, su afición por los idiomas raros, y el
proceso…
Buenas interpretaciones, con regusto teatral, música inexistente. De nota le doy un 6. Está bastante bien para reflexionar, porque de lo que se llamó bulo surgió algo que era verdad como una catedral, y que le costó a la chica sus cinco años en el talego. Algo que se oye mucho en otros países que no son Estados Unidos, que aquello es bulo y mentiras, y después resulta que era verdad y se quedaban cortos. Ya me diréis.
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